Opinión

José Manuel García Bautista

Roma: Esencia de Sevilla

Roma: Esencia de Sevilla

Roma: Esencia de Sevilla / José Manuel García Bautista

Hace ya muchos años hablaba con Antonio Burgos de una obra que compartíamos título: “Guía Secreta de Sevilla”, la suya sobre la ciudad, sus bares, sus lugares, su gente; la mía sobre los misterios y las leyendas de la vieja Híspalis, de mis investigaciones junto a Jordi Fernández. En aquella charla él me decía: “Sevilla es el mejor escaparate del mundo” y de eso no me queda ninguna duda.

Pero hoy paseo por Sevilla y noto que al alcalde, a José Luis Sanz, que tiene todos mis respetos, le queda mucho trabajo por hacer en una ciudad que no es fácil y siempre es dada a la palabra fácil y a la crítica de aquellos que no hacen nada o que no han hecho nada. Eso es un mal endémico de Sevilla, los “bienqueda”, los que te ponen buena cara por delante y te apuñalan a las espaldas, la de los falsos amigos, la de las falsas lealtades o de las conveniencias extremas donde hoy eres muy bueno por qué te uso y me haces el favor y mañana muy malo por qué ya no te dejas usar. Sevilla es cainita, como decía Machado y tiene su propio pago y peaje.

A Sevilla hay que echarle muchas horas y mucho trabajo, y no sólo al centro de la ciudad, al Casco Antiguo, que tan bello luce y tantas atenciones tienen. Sevilla no es sólo su centro, son los barrios, la periferia que, muchas veces, es descuidada.

Le pongo un ejemplo: la lejana Sevilla-Este (que es donde yo vivo). 8 interminables meses para pintar la señalización vial de la avenida República de China. Diferentes denuncias en medios de las carreras nocturnas de coches (que parece que se ha solucionado, de momento). Más zonas verdes y reparación de acerado que, ambas, se eternizan muchas veces con un ritmo de trabajo cansino y desesperante. Y como esta zona de Sevilla está Alcosa, San Pablo, El Cerro, Amate y otras muchas.

Comprendo que la imagen de la ciudad se vende en el centro a la sombra de la Giralda, de la Catedral, del Ayuntamiento, de tantos lugares hermosos como tiene Sevilla, pero Sevilla somos todos y todos merecemos tener una buena acera, una carretera bien asfaltada, iluminación, presencia policial, muchas carencias que cubrir aún que exige de mucho trabajo y de mucha paciencia e inversiones.

Acabo de aterrizar de Roma, de la perla italiana, una ciudad fascinante, muy sevillana, con monumentos por doquier, belleza a raudales en sus calles, orientada al turismo por los cuatro costados pero sin perder la esencia. Hay quién dice que es “decadente”, quizás debieran buscar el significado de esa palabra en un diccionario, esa “cosa” que te dice el significado de muchas palabras y que yo aun guardo mi Iter Sopena (soy de la EGB también).

Roma es una ciudad que ha sabido sacar provecho de todo lo bello que tiene que mostrar sin perder su esencia por el turismo. Me recuerda a Sevilla: está un poco dejadilla, algo sucia (pero no demasiado), pero en su antigüedad han sabido sacar partido, en sus monumentos –en cada esquina- le saben arrancar la Historia. Las ciudades evolucionan y Roma, como Sevilla, tiene un trozo de pastel dedicado el turismo. Bellísimas sus calles con una decoración simplista pero uniforme. Una ciudad donde se paga –y muy bien- el hacer rutas, que hay armonía y respeto –y mucho temperamento- donde tiene su Guadalquivir (el íber), donde tienen su Triana (Trastévere) y donde tienen una gastronomía selecta, amabilidad y hospitalidad y monumentos por doquier.

Aprendamos lo bueno que tienen ciudades como la nuestra, sepamos adaptarnos a los nuevos tiempos, no abandonemos nunca a los barrios, donde se forja la otra Sevilla, y tengamos siempre esa esencia de ciudad eterna como la tiene Roma, como siempre la ha tenido Sevilla. Esa sería la mejor lección y la mejor recompensa.