Opinión | Venga, circule
Todo el mundo
Nuestras casas ya no se distinguen las unas de las otras: nuestros muebles son o blancos o beiges, siempre funcionales y con gran capacidad de almacenaje
Los expertos opinan y comparten que uno de los colores de la primavera será el rosa. Todo el mundo lleva las mismas playeras, ¿se dieron cuenta? Blancas, suelas grises, tres rayas negras a cada lado. Supongo que somos hijos de nuestro tiempo pero es un poco asfixiante esa uniformidad. Poco a poco los días se van alargando. Amanece antes y atardecer se retrasa, en nada cambiaremos de hora. Cuando salgo a la calle no se pueden dar dos pasos sin encontrar una cafetería de especialidad, ya no las distingo. Todas son minimalistas con paredes blancas y alguna que otra planta por aquí o por allá. Todas tienen las mismas sillas y las mismas mesas y la misma atmósfera “moderna” con la música de ascensor muy alta y la gente haciendo cola hasta la puerta por un iced latte, un americano, un flat white, un matcha latte con leche de avena y una tostada de aguacate. Incluso los baristas lucen igual en todas, es terrorífico. Nadie es especial. Vamos donde van los demás y compramos lo que compran los demás.
A mí en realidad el horario de verano no me gusta, prefiero el de invierno, pero bueno. Recuerdo una mañana en la que fui sujeto pasivo del predicado te tocó comerte esta reestructuración de la empresa y algunas horas después de que me dieran el finiquito, como no sabía muy bien qué hacer con toda esa información, me fui a nadar a Las Canteras. En el agua me empecé a reír de la nada porque pensé que era muy gracioso que 108 años después de que Kafka escribiera en su diario “Alemania ha declarado la guerra a Rusia, por la tarde me fui a nadar” yo hubiese puesto en alguna parte “Hoy por la mañana me echaron del trabajo, por la tarde me fui a nadar”. La única diferencia entre él y yo en ese momento era que él se había esforzado en escribir aquello a mano, yo lo había publicado en Instagram. Después di un paseo hasta Santa Catalina bajo un cielo naranja espectacular y tuve el pensamiento -muy obstinado- de que una vida así, tranquila y sencilla, era suficiente para mí. Ansiamos pertenecer al grupo y luchamos para no destacar ni atraer atenciones extrañas sobre nosotros mismos pero, ah, cómo aborrecemos formar parte de la masa. Ser libre y estar solo son sinónimos, a veces.
No sé si se propagará aquí también la epidemia estadounidense de los termos Stanley pero tengo la certeza de que la mayoría de las cosas que están mal en este mundo se pueden comprender al ver cómo personas que parecen estar en sus cabales hacen cola desde las tres de la mañana en la puerta de un supermercado para comprarse un termo. Un termo horrendo, por cierto. No, gracias, no me interesan las propiedades mágicas del CBD. Escuchamos la misma música y compramos los mismos libros recomendados por papanatas y cantamañanas a los que ni siquiera les gusta leer porque si les gustase, si de verdad les importaran los libros o la literatura, no aceptarían ejemplares gratis de editoriales que ya operan a cara descubierta como auténticos monopolios. ¿Cómo vas a morder la mano que te da de comer en esta economía? En tres semanas volveremos a las mechas balayage. Reservamos mesa en los mismos restaurantes y sacamos fotos a esos platos que también otros pidieron, y compartimos las fotos casi con orgullo en nuestras historias de Whatsapp, de Facebook, de Telegram o de Instagram -todas las redes sociales son la misma red social ahora- porque por fin pudimos engullir esa hamburguesa que es La Mejor Hamburguesa de España (el título le durará un fin de semana). Nuestras casas ya no se distinguen las unas de las otras: nuestros muebles son o blancos o beiges, siempre funcionales y con gran capacidad de almacenaje. La estética viral de este mes es “mob wife”, pero también el “office siren”; lo han decidido mujeres que en su vida han tenido que ir a trabajar a una oficina. Miles de millones de estanterías Billy del Ikea se apoyan contra nuestras paredes y colocamos los televisores de cincuenta pulgadas sobre estanterías Kallax. Somos muy felices, tenemos todo lo que queríamos. Si nos sobrara algo, si por lo que sea decidimos que tenemos demasiado y que ya no lo necesitamos sacaremos fotos a nuestras cosas y las venderemos en Wallapop o en Vinted. Como todo el mundo.
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