Opinión | BCE
¿Por qué hemos ajustado los tipos de interés?
Aún queda mucho camino por recorrer hasta que la inflación salga de nuestra economía, y no estará totalmente exento de complicaciones. Se necesita vigilancia, compromiso y perseverancia
Hace dos años empezamos a subir los tipos de interés porque la inflación estaba demasiado alta. Hoy, la situación ha mejorado. Aunque algunos precios siguen aumentando notablemente, sobre todo en los servicios, la inflación general ha bajado mucho. Actualmente, está en la senda adecuada para llegar al 2% el año que viene, que es el nivel que nos fijamos como objetivo para lograr la estabilidad de precios.
La bajada de la inflación permite al BCE reducir los tipos de interés, y el jueves bajamos nuestro tipo de referencia 0,25 puntos porcentuales, desde el 4% en el que se ha situado durante los nueve últimos meses. Esto significa que, para los particulares será más barato pedir préstamos y para las empresas, endeudarse para invertir.
Nuestra decisión también señala un momento importante en nuestra lucha contra la inflación.
En julio de 2022, empezamos a subir los tipos de interés, como parte de la fase que los expertos llaman «endurecimiento» de la política monetaria. Si usamos la analogía de un coche, fue comparable a un conductor pisando el pedal del freno. Subimos los tipos más rápido que nunca, 4,5 puntos porcentuales en poco más de un año. Tuvimos que actuar con determinación porque la inflación había aumentado excesivamente, llegando a un máximo del 10,6 % en octubre de 2022.
Uno de los motivos de este aumento excesivo fue la invasión injustificada de Rusia a Ucrania, que hizo que los precios de la energía y de los alimentos se disparasen. Además, muchas empresas tuvieron más dificultades para conseguir los equipos, los materiales y las piezas de repuesto que necesitaban, lo que agravó los problemas que ya se habían producido durante la pandemia.
Pero también afrontábamos el serio riesgo de que los ciudadanos creyeran que un elevado nivel de inflación era la «nueva normalidad». Ello habría significado que las empresas usaran esa creencia como criterio para fijar los precios y los trabajadores, para las negociaciones salariales. Y, en ese caso, la inflación elevada se habría atrincherado de forma permanente en nuestra economía.
En consecuencia, tuvimos que hacer todo lo necesario para alejar ese peligro. Tenemos la responsabilidad para con los europeos de mantener la inflación en un nivel bajo y estable. Tenemos conciencia del estrés que el alza de la inflación y las subsiguientes subidas de los tipos de interés causa a algunos particulares y empresas. El coste de los préstamos a empresas y de las hipotecas creció de forma acusada. Todo se puso más caro, pero los ingresos —salarios y pensiones— no subían al mismo ritmo, al menos no inicialmente.
Actuando con determinación, aseguramos que la alta inflación no durase demasiado. En septiembre de 2023, la inflación había caído hasta el 5,2%, aproximadamente la mitad de su máximo observado el año anterior. El peligro de que los ciudadanos esperasen altos niveles de inflación también había pasado.
Esto nos permitió entrar en la siguiente fase de nuestra política: la «fase de mantenimiento» en la que dejamos los tipos estables, sin pisar más el freno ni relajar la presión. Aunque confiábamos en que los tipos de interés estaban haciendo descender la inflación, esta seguía siendo demasiado alta como para sentirnos seguros. En este contexto, hubiera sido contraproducente empezar a recortar los tipos demasiado pronto.
No obstante, ahora estamos viendo progresos en muchos frentes. La inflación ha bajado hasta el 2,6%, reduciéndose de nuevo a la mitad. Actualmente, está en la senda adecuada para llegar al 2 % en los últimos meses del año que viene. Y nuestra política monetaria está contribuyendo significativamente a que la inflación vuelva a situarse en nuestro objetivo. Por tanto, recortando tipos, decidimos moderar el nivel de restricción de la política monetaria.
Pero queda aún mucho camino por recorrer hasta que la inflación salga de nuestra economía, y no estará totalmente exento de complicaciones. Se necesita vigilancia, compromiso y perseverancia.
En consecuencia, los tipos de interés seguirán siendo restrictivos durante el tiempo que sea necesario para asegurar la estabilidad de precios de forma duradera. Es decir, aún tenemos que poner el pie en el freno durante algún tiempo, aunque no lo pisemos tan fuerte como antes.
Nuestras futuras decisiones de política monetaria dependerán de si seguimos viendo tres cosas: un pronto retorno de la inflación hacia nuestro objetivo, una relajación general de las presiones sobre los precios en la economía y que nuestra política monetaria resulta eficaz para doblegar la inflación. Estos factores determinarán cuándo podemos levantar más el pie del freno.
Hemos avanzado mucho, pero nuestra lucha contra la inflación aún no ha terminado. En nuestra función de guardián del euro, tenemos el compromiso de asegurar una inflación baja y estable en beneficio de todos los europeos.
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