Opinión | EL PATALEO

Se acabó el TIC TAC

Kylian Mbappé, en su primera comparecencia después de fichar por el Real Madrid.

Kylian Mbappé, en su primera comparecencia después de fichar por el Real Madrid. / FEDERACIÓN FRANCESA DE FÚTBOL

Tic tac. Sí, al fin se acabó la famosa expresión que anunciaba la llegada de Mbappé al Real Madrid y que pronunció un servidor hace ya un tiempo. Se convirtió en un sonido característico y repetido que no solo se escuchaba en España, también en otros países, incluido, claro, Francia, que lo hacía entre la rabia y el temor de perder a la gran figura del PSG y de la Ligue1. Una historia que ha pasado por multitud de vicisitudes, tiras y aflojas, presiones y batallas más o menos soterradas. Por ejemplo, cuando hace tres años Florentino Pérez ofreció 200 millones por el futbolista. Una oferta que el PSG ni se dignó en contestar. Sí, 200 millones. Cuando tienes el dinero por castigo puedes permitirte ciertos caprichos, supongo. El caso es que Mbappé ya es jugador del Real Madrid. Cumple su sueño de chaval. Y no es una expresión barata. Aquel joven Kylian que pasó una semana en Valdebebas se enamoró del club y del escudo, como bien atestiguan las fotos que publicó cuando se hizo oficial su fichaje. Y llega gratis, sin que Florentino haya puesto ni un solo euro en las arcas del club que preside Al Khelaifi. Algo que a buen seguro ha dolido mucho en la cúpula del poderoso equipo francés. Se trataba de esperar, de ser paciente, de no decir una palabra más alta que la otra, de no transmitir las intenciones ni los pensamientos. Las cosas tenían que caer por su propio peso. No había otra manera de cerrar una de las operaciones más complejas de la historia de este deporte.

La discreción, bendita virtud

Ante la ostentación, las ganas de sobresalir, de ser protagonista o dárselas de importante en una negociación, está la discreción. Una habilidad quizá poco reconocida pero de enorme valor estratégico. Lo hemos visto en una operación que se ha cocinado durante mucho tiempo. Ya he comentado lo de la brutal oferta que los parisinos dejaron pasar sin pestañear. Pero el momento clave ocurrió tras el no a última hora de Mbappé hace dos años y su renovación con el equipo francés. Ahí empezó la segunda fase. Si el dinero no convencía al PSG, tocaba trabajar de otra manera y hacerlo en silencio. Dos años no eran tantos y nunca hay que cerrar la puerta a los más grandes. Así fue. La estrategia y la paciencia siempre ganan, repito. "Tranquilo", esa expresión que lanzó el presidente del Madrid en el Chiringuito, era premonitoria. Se trataba de un sí, pero sin prisa. De un “ya lo haremos, pero a nuestra manera”. Lo más importante era saber qué pensaba el futbolista, qué quería hacer a largo plazo. ¿Quería quedarse en París muchos años o era una renovación corta para salir de allí a una edad óptima? La respuesta se supo rápido. Mbappé se arrepintió al mes de firmar y Florentino lo supo enseguida. El jugador, convencido desde hace mucho de dejar Francia y jugar en el Madrid, no quiso escuchar los cantos de sirena de Catar o de la Premier League. El dinero ya no era lo más importante para él, era el momento de la grandeza, de jugar en el club que le puede permitir ganar el Balón de oro y pasar a la historia del fútbol. La estrella francesa será presentada a lo grande en un Bernabéu espectacular pero habrá que esperar al final de la Eurocopa o la eliminación de Francia. Eso es lo de menos. El chaval se ha liberado y Florentino ha dado un golpe en la mesa demostrando que en el fútbol, por suerte, no todo es dinero. Ni en el fútbol ni en la vida.

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