Opinión | EL MALECÓN

José Sámano

España y los cocodrilos

Luis de la Fuente hace una indicación a sus jugadores durante el partido ante Albania

Luis de la Fuente hace una indicación a sus jugadores durante el partido ante Albania / Pablo Garcia/RFEF

Tan desconcertante es el fútbol que, a veces, ser el mejor puede ser peor. En esta Eurocopa nadie ha relucido más que España, hoy ante una paradoja. Que la especuladora Francia haya sido más rasa de lo previsto deja a la Roja ante un calendario con cocodrilos. Por su camino, Mbappé, Kroos y Cristiano. Por la ruta de la decepcionante Inglaterra y la agónica Italia, rivales más afeitados. Un dato elocuente: en la travesía de España los equipos contabilizan 17 títulos (Mundiales más Eurocopas); en el lado opuesto del cuadro solo ocho (seis de Italia). Países Bajos, la desteñida selección de Koeman, tercera en su grupo, Rumania, Austria o Turquía estarán en semifinales.

Para suerte de España, el equipo llegará a las eliminatorias con mayores convicciones. Luis de la Fuente parece haber dado con el espinazo de forma sensata. Nada de gaseosa. Rodri ya no es aquel central con fórceps con el que quiso experimentar Luis Enrique. Ahora, es lo que es, el mejor medio centro existente, placenta fundamental del City y de España. A su lado, el impactante Fabián. Un futbolista con una zurda categórica que se deja el corazón en los huesos. Jugador al que su técnico del PSG había exiliado de la selección.

A De la Fuente, de perfil poco retumbante, también se le debe el apogeo del inesperado Cucurella y haber aproximado a Pedri a la periferia del gol. Como el mayor rasgo diferenciador de España son dos chavales con turbo, Lamine y Nico, la selección se cuadra por dentro para volar por fuera. Una Roja recreativa y con pensamiento propio. Lo que en materia del taimado fútbol no le garantiza un final feliz, pero no hay mejor vía al podio. La primera estación, Georgia, que el pasado ocho de septiembre se llevó una zurra española (1-7). Otros tiempos. Los georgianos han dado un estirón y aquel partido supuso una premonitoria mudanza española. Los extremos titulares -Olmo y Asensio- se lesionaron durante el encuentro. Las alternativas: Nico y Lamine.

España llegó a la cita germana a rebufo del favoritismo de Francia, e incluso del cartel de Alemania e Inglaterra. La selección de Deschamps, poco lírica, ha alcanzado los octavos a cola de Austria, un conjunto muy rockero, pero que no es el Brasil de Pelé o la Naranja que inmortalizó Cruyff. La anodina Francia, dos goles en tres partidos: uno involuntario (el austriaco Wöber) y otro de penalti (Mbappé). Por encima del galáctico -lastrado por su porrazo nasal-, del seco Griezmann o del extraviado Dembélé, Kanté, de jubilación en Arabia a los 33 años. Con todo, cualquiera quisiera regatear a Francia.

Alemania ha tenido algo más de cuajo. Tras apabullar a Escocia, declinó ante Hungría y acabó líder con el gancho. La selección que afinan los violines de Havertz, Wirth, Musiala y Gündogan terminó rescatada ante Suiza por Füllkrug, el prototipo de panzer alemán de los viejos tiempos. Con todo, nadie querría a Alemania enfrente.

Para disonante, Inglaterra. Todos juntos suman menos que por separado. El abanderado goleador Kane está aislado, Foden no da con el Foden “mvp” del City y Saka no remite al vivificante y perturbador futbolista del Arsenal. Hasta Bellingham no es reconocible, traspapelado por todos los rincones del campo. Entre los cuatro mencionados y Palmer, recluido en el cuarto oscuro, han anotado 140 goles este curso. Ante tanto desvarío, a Southgate le caen cántaros desde la “mediosfera” inglesa. Lineker, Shearer y otros reputados exinternacionales no se cortan la lengua. Con todo, pese a tal trapisonda, cualquiera tendría reparos con Inglaterra.

Por todo, ¿alguien prefiere un cruce con España?

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