Opinión | ARENAS MOVEDIZAS

Profesor de día, energúmeno en su tiempo libre

El surrealista caso de un docente universitario que enseña Derecho al tiempo que destila odio, machismo y homofobia en las redes sociales. Hay personas que pasan por la universidad, pero la universidad no pasa por ellas

Las redes sociales desatan más solidaridad interna que hostilidad en los países atacados

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Un profesor de la Universidad del País Vasco (UPV) ha sido apartado cautelarmente de su puesto mientras se resuelve el procedimiento abierto por la institución a raíz de la actividad del docente en las redes sociales. Doctor en Derecho, el profesor, que exhibe un perfil público de antiabortista radical, dedica parte del tiempo que no le ocupa la enseñanza a ejercer de trol de internet en toda regla y odiador de manual, de tal modo que la antigua Twitter, un vasto campo virtual donde ya hay barra libre para enterrar minas 2.0, le ha cerrado la cuenta. A la hora de escribir este artículo, su perfil de Instagram, sin embargo, sigue abierto. "A ver, alumnos míos, aprended: si el Ejército volase el Parlament de Cataluña sería muchísimo menos grave que el aborto… No basta que algo sea democrático para que sea legítimo", escribe en esta red social.

Doctor en Derecho. Hay que insistir en ello porque al tipo le contrataron para enseñar el ordenamiento jurídico, incluido el aprobado en parlamentos nacionales y autonómicos que, a su juicio, no sería ‘grave’ dinamitar en comparación con el ejercicio del derecho al aborto. Derecho al aborto y doctor en Derecho: en este caso, el oxímoron definitivo.

Alertados por sus mensajes de odio —homófobos, machistas y tan radicalmente antiabortistas que convierten en organizaciones casi libertarias a partidos y organizaciones contrarios a la interrupción del embarazo—, sus alumnos alertaron a la UPV, le hicieron un escrache en la propia universidad, llenaron de pintadas la puerta de su despacho y propiciaron que el docente tuviera que abandonar las instalaciones protegido por personal de seguridad. "Yo sigo queriendo ir a dar clase. Si puedo, perfecto. Y si no me dejan, pues hasta aquí hemos llegado. No me merecerían ni me llegarían a la suela de los zapatos… Soy yo el que se larga", volvió a publicar en Instagram al conocer que había sido apartado de las clases y que la Universidad ha puesto las mensajes a disposición de la Fiscalía. Sus palabras le describen.

El caso pone de relieve que hay personas que pasan por la universidad, pero la universidad no pasa por ellas. Esta es una. En su colección de tuits, el tipo manda "a fregar" a las mujeres partidarias del aborto y las llama ‘marranas’ e ‘hijas de puta’; considera que "en Irún hay mucha puta y mucho maricón" y subraya "la pinta de bujarras [en sentido despectivo, ‘homosexuales’] que tienen muchos del PP vasco". Es posible que la resolución de la universidad no se haya producido con toda la celeridad que la cuestión requería, pero debe valorarse que haya trasladado el asunto al fiscal. Este tipo de mensajes, aduce la UPV, son "claramente incompatibles con los principios y valores de la universidad pública vasca". Y de cualquier otra.

En defecto de la institución docente, lo que más sorprende es que hayan tenido que ser los alumnos quienes dieran la voz de alarma y producirse un escrache para que se haya abierto un procedimiento previsto en el Protocolo contra las Violencias de Género de la UPV. Dado que se trata de un profesor sustituto al que se contrató para suplir al titular, existe otro protocolo que ya es de uso común en el ámbito laboral, preventivo o provisorio, que consiste en darse un garbeo por las redes sociales del aspirante a un puesto de esta relevancia por si su perfil digital resultara incompatible con el trabajo al que opta. No hay más que leer sus comentarios de hace medio año, de hace un año y de más atrás, para concluir que al personaje nunca debió permitírsele el acceso al claustro universitario. Si acaso, al laboratorio.