Opinión | Sumar

Errejón, el fraude de la izquierda

Sumar hunde las perspectivas de un Gobierno de centroizquierda junto a un PSOE convertido en el partido de los terratenientes

Iñigo Errejón.

Iñigo Errejón. / EP

La izquierda nunca incumple las expectativas de defraudar a sus fieles en remisión, por última vez con el abandono de la política a cargo de Íñigo Errejón. La retirada demuestra cuando menos que queda alguien a siniestra con la mínima capacidad para leer las encuestas electorales y huir en consecuencia. Sumar, transformado por Yolanda Díaz y el ahora fugado en Sumir, no solo hunde las perspectivas de un Gobierno de centroizquierda junto a un PSOE convertido en el partido de los terratenientes. Sobre todo, la beatería de la coalición con más egos que votos la ha convertido en una recaudadora ingente de apoyos para la ultraderecha.

Consultando las hemerotecas, se comprobará que Pablo Iglesias y Errejón se presentaron como revolucionarios. Capitalizaron la efervescencia del 15M, desarrollaron un culto a la personalidad con la vitola de matador en el caso del hombre que se aburrió como vicepresidente del Gobierno, y de conciencia crítica ecuménica encarnada en el diputado que ahora rehúye sus responsabilidades. De hecho, el número uno tildaba de "peronista" al número dos.

Podemos acabó con el bipartidismo y con Juan Carlos I, antes de confirmarse como una estafa inmobiliaria. Sin embargo, cuesta culpar únicamente a quienes creyeron en la sinceridad de manifiestos radicales desvanecidos en la mediocridad burguesa de un chalé de Galapagar. Allí se destapó la farsa, desertaron los argumentos que sostenían el tingladillo. Puesto que la izquierda radical ha sido propiedad exclusiva de Iglesias y Errejón, podían reclamar también el derecho a la autodestrucción. Sin embargo, han traicionado a muchos votantes anónimos. Algunos arriesgaron su consideración o incluso sus trabajos, porque se tragaron las vaguedades que el ahora desaparecido vuelve a prodigar en su sermón de despedida. Antes de su inminente reconversión en otro de los tertulianos que Podemos despreciaba, solo cabe formularle a Errejón un deseo. Que no vuelva.

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