Opinión | DANA

La venganza del barranco del Poyo

La magnitud de esta riada histórica está haciendo trágicas sus consecuencias, y parece que hasta que no hemos hecho caso a la ciencia, no ha arrancado una cierta coordinación en las ayudas a los miles de damnificados.

Puente destruido en Turís.

Puente destruido en Turís. / Perales Iborra

Todo empieza en un mapa, cuando mejor lo entiendas más capacidad tendrás de comprender la gente que lo habita, su economía y su organización cívica. Robert D. Kaplan lo explica muy bien en La venganza de la geografía, donde el periodista estadounidense alertaba hace años que el clima, la latitud, los mares, los ríos, las montañas, los barrancos, en definitiva, los recursos naturales marcan -también en pasado y futuro-, el destino de los pueblos, y por su puesto de la emergencia de nuevos poderes y sus áreas de influencias. Bien los sabemos, los que vivimos y trabajamos en un país alargado.

Kaplan conmina a estar siempre alerta, porque los mapas también "mienten". Invita a no repetir los errores de aquel pasado lejano en el que la cartografía cristiana parecía más preocupada por las profecías autocumplidas de sus dogmas de fe que por los hechos. Porque el gran enemigo de la geografía nunca es la falta de conocimientos, sino el exceso de imaginación. La tesis principal de sus investigaciones más recientes son cómo la soberbia tecnológica y el desconocimiento de la geografía han llevado a gobernantes, políticos y analistas a tomar decisiones erróneas, sin entender que las sociedades actuales son una estructura de poder multinodal muy compleja de analizar y que, muy por encima de los partidismos, siempre hay un mapa.

Pero sorprende como se ha dejado a un lado a los alcaldes, que conocen cada palmo de su población,

No sé si fue él, pero recuerdo que hace tiempo leí que "si eres periodista, cuanta más geografía sepas y más la respetes, mejor reportero serás". Quitemos importancia a mi oficio, pero todos sabemos que, en otros muchos, también esenciales, las lecturas de mapas son obligatorias. Bomberos, cuerpos de seguridad, militares, forestales, arquitectos, ingenieros, transportistas, repartidores, que además de las nuevas herramientas de la navegación digital deben interpretar los mapas analógicos subidos a la red. Se supone que los administradores públicos, los políticos, también deberían ser los que más saben de geografía, o en caso contrario preguntar, que nunca resulta ofensivo.

La magnitud de esta riada histórica está haciendo muy trágicas sus consecuencias, y parece que hasta que no hemos hecho caso a la ciencia, en este caso a la geografía, no ha arrancado una cierta coordinación en las ayudas a los miles de damnificados. Pero sorprende como se ha dejado a un lado a los alcaldes, que conocen cada palmo de su población, y no vale culpar a la caída de la telefonía móvil, porque todas las policías locales, disponen de emisora propia, igual que los bomberos y algunos servicios de protección civil. Esa comunicación analógica fue esencial en la Pantanada del 82, y alguien tendrá que explicar por qué se ha utilizado poco.

El libro de Kaplan

El libro de Kaplan / Redacción

No hay que tener el currículum de Robert D. Kaplan, uno de los mejores articulistas en The Wall Street Journal, para entender que el gran reto actual pasa por escuchar a los científicos que estudian las emergencias climáticas, para interpretar sus consecuencias y posibles soluciones. Así lo han hecho miles de voluntarios que han ido a ayudar de forma altruista y autoorganizada, como ejemplo que el pueblo, a veces, tiene más sentido común que sus gobernantes. No hay que olvidar, por cierto, que las emergencias y la protección ciudadana son pilares fundamentales del bienestar.

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