Opinión | Oído, visto, leído

Gente que comunica

Óscar Puente. / EFE - Fernando Villar

Un ministro. Si a Óscar Puente le hubieran dicho hace un mes que llegaría un día en el que todo el mundo le alabaría, seguramente hubiera respondido con algún tuit desabrido y faltón. Pero ese día ha llegado: el ministro al que más le va la marcha no ha parado de entrevistas en la radio y en la televisión; por la mañana por la tarde y por la noche; y hablando de autovías, de trenes y de ramales. Y lo está haciendo con una solvencia excelente. Pareciera que Puente se cayó de pequeñito en la marmita donde se cocinaba el saber de las grandes infraestructuras, pero no lo ha tenido fácil: primero tuvo que sustituir a Ábalos en un ministerio infestado de bombas lapa y donde tuvo que extraer el veneno original, para acto y seguido hacer frente al problemón de las obras de Chamartín. Y para no aburrirse, la DANA. En todas estas lides el bronco portavoz de la última investidura ha conseguido transmitir serenidad y capacidad de gestión (del estado) para resolverlas. Y es que tú te cruzas ahora con Puente, le das los buenos días, y te explica sin derecho a réplica y de corrido la filosofía que subyace tras las catenarias, así como la belleza que hay tras los pretiles y las explanaciones. Oye, y que se le entiende. Y si encima todo esto sirve para que olvide de los tuits desabridos y faltones, jugada redonda. Para sorpresa positiva de muchos y pesadumbre de otros tantos, tenemos un ministro de primer nivel que comunica como nadie.

Un actor. Acaba de estrenar Disney+ la miniserie “Yo, adicto”, basada en un libro de Javier Giner que es (como él mismo se define) un gay lenguaraz, insoportable, maniático e inaguantable, donde cuenta sus adicciones de su juventud (a la coca, al sexo descontrolado, a las amistades tóxicas) y su experiencia en un centro de desintoxicación. Javier Giner es también quien ha dirigido la serie, y escogió a Oriol Pla para que le interpretara. Tremendo. Si Giner era entonces como el bicho que crea Pla, que dios coja confesado a aquellos que se cruzaron con él. Maquiavélico, insoportable y agresivo, sus estallidos verbales contra cualquiera que pasara por su lado, en manos de Pla son bárbaros. Serie descarnada y de una verdad clarificadora y dura, es imposible no empatizar con este cabrón con patas de personalidad adictiva y buen fondo. E imposible no conectar con Oriol Pla: no es que Pla clave a Giner. Es que Giner se ha convertido en Oriol. Para siempre.

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Un escritor y otro actor. Se ha estrenado “Marco”, basada en el libro (“El impostor”) que Javier Cercas escribió allá por… . Si no existiera, a Javier Cercas habría que inventarlo. Aparte de escribir estupendamente, se mete en todos los charcos posible y siempre explica sus opiniones de manera sensata y con argumentos. Siendo un inmigrante totalmente catalanizado, fue de los primeros en denunciar el embuste de procés, y seguro que no fue fácil aguantar -viviendo en Girona, además- las arremetidas de la turba. También levantó la mano en contra de la amnistía (y apostando por escrito un brazo a que jamás se haría: vive manco desde entonces). Cercas, como él mismo ha dicho, es un insípido socialdemócrata que solo quiere vivir en un país que sea tan aburrido como Suiza. . Cercas escribe en prensa semanalmente y dice lo que piensa, de manera sensata y sin sectarismos. Y respecto a “Marco”: la película es magnífica, y la actuación de Eduard Fernández (otro que tal baila) es cumbre.

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