Opinión | Festival de Cine

SEFF o sí SEFF, esa es la cuestión

Jeremy Irons y el productor David Puttnam y el director del festival, Manuel Cristóbal, durante el encuentro con la prensa ofrecido este jueves desde el Platea Odeón de Plaza de Armas.. / Joaquin Corchero / Europa Press

Dice la numerología -y que me perdonen los profanos- que el guarismo

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21 simboliza un momento de transición, de dejar atrás errores pasados y lanzarse a nuevas metas, una cifra compuesta por el dígito 2, referente de la dualidad -en ese sentido, pocas ciudades tan duales, casi bipolares, como Sevilla- y el 1, término por antonomasia de la individualidad, la originalidad y el liderazgo. Y 21 es la edición que hoy acaba del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Quizás sea casualidad pero, en cualquier caso, no parece mal momento para hacer balance.

Oficialmente, ésta ha sido la primera edición con dirección del productor Manuel Cristóbal -en la pasada edición ya se hizo cargo del mismo, pero no tuvo tiempo para desarrollar el trabajo y, prácticamente, se dedicó a salvar el festival, cosa que logró- y, aunque no parece que haya podido contar con todos los medios de los que llegó a disponer su antecesor, José Luis Cienfuegos, sí es evidente el esfuerzo realizado por Cristóbal y su equipo. Y es que, más allá de rostros como Johnny Depp, Jeremy Irons o David Puttnam (productor de La Misión o Carros de Fuego) -a propósito, confiemos en que el año próximo haya más estrellas de nombre femenino- el festival es un triunfo del cine andaluz. Y es que Andalucía es Europa. De hecho, más Europa que el protagonista de Eduardo Manostijeras.

Durante esta semana, han sido muchos los nombres de cineastas de la comunidad que se han subido al escenario de las salas sevillanas para presentar sus últimos trabajos y compartir sus conocimientos en las muchísimas conferencias y charlas programadas (todas ellas, grandes aciertos). Pero a pesar del éxito de las obras y de la buena -aunque todavía mejorable- afluencia de público, una idea recorría los cócteles, las reuniones improvisadas e incluso algún encuentro más formal con responsables de la cultura y la política andaluza: el cine de nuestra tierra se está abandonando y necesita mucho más apoyo por parte de sus responsables.

El actor y director Johnny Depp saluda a sus fans antes del pase de la película 'Modi' en el Festival de Cine de Sevilla, el pasado sábado. / Francisco J. Olmo / Europa Press

Con unos presupuestos congelados desde hace una década, unas prometidas ayudas a la escritura de guion que no terminan de convocarse y una desventaja fiscal abrumadora con respecto a otros territorios a los que muchas productoras locales se tiene que ir para subsistir y ser competitivas a nivel nacional, Andalucia se ha convertido en un lugar donde se hace un fantástico y necesario trabajo de service a las compañías que vienen de fuera pero donde pocas veces se lideran los proyectos. Un plató natural donde reinan grandes producciones extranjeras y nacionales a las que nuestras empresas les ponen el mantel y limpian la vajilla.

Y eso sabemos hacerlo, claro que sí, y Andalucía siempre será un excepcional lugar de acogida y recepción, pero la tierra de Lorca, Picasso o María Zambrano -y un sinfín de mentes brillantes- debe ser pionera y líder a la hora de contar sus historias y, para eso, debe contar con un claro y contundente apoyo institucional.

El Festival de Cine Europeo de Sevilla es una pieza clave en todo eso, y que el alcalde de la ciudad se preste a jugar así en la estupenda gala de inauguración es fundamental para unir a las instituciones y al sector, pero también lo sería una publicidad y un desembolso acorde a este certamen y otros aspectos referentes al gobierno andaluz, como el día a día de cineastas que quieren escribir sobre lo que les ocurre con sus necesidades cubiertas, bien a través de unas productoras solventes, fuertes y saneadas gracias a un mayor apoyo institucional (regional y nacional) bien con las ayudas que ya existen en otras comunidades autónomas.

El productor David Puttnam recibe del director del Festival, Manuel Cristóbal el Giraldillo de Honor del Festival. / Francisco J. Olmo / Europa Press

Curiosamente, este mismo fin de semana que acaba el Festival de Cine Europeo de Sevilla también comienzan el Festival Iberoamericano de Huelva y el Festival Internacional de Cine de Almería. Y en febrero, en Granada, se celebrarán los Premios Goya. Algo después llegará el Festival de Cine Español de Málaga, y la rueda seguirá girando durante todo el año y los posteriores con los innumerables certámenes que existen en nuestra comunidad, clara muestra de que Andalucía sigue acogiendo las mejores creaciones españolas e internacionales con rotundo éxito demostrado y cuantificado. Pero nada de esto servirá al audiovisual andaluz si nuestros creadores y nuestras creadoras tienen que irse con otras empresas con otros incentivos o marcharse a otras regiones para poder levantar sus historias, y rodar en Vitoria lo que podría haber pasado en un bosque de la sierra de Cádiz.

Nuestro cine está en peligro. El sector lo sabe y empieza a movilizarse. La otra opción, callar, podría dar lugar a olvidos como el de Agustín Gómez Arcos, autor almeriense recuperado en el incontestable documental Un hombre libre, de la directora Laura Hojman. Y hablando de letras, supongo que este texto ya no va del número veintiuno ni del Festival de Cine Europeo, sino de rescatar a nuestras creaciones y técnicos de la precariedad y la supervivencia.

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Y supongo que este artículo -que pensaba ser una merecida loa al trabajo desempeñado por Manuel Cristóbal y cada persona, contratada o voluntaria, involucrada en este SEFF- se acaba de convertir en algo más oscuro, quizás; o más luminoso, según se mire. Pero es que, como dejó por escrito el propio Gómez Arcos en su libro El cordero carnívoro en aquella pregunta que hizo retumbar las almas y paredes del sabio Cine Cervantes: “¿Puedes imaginar algo más bello que la verdad?”… Pues eso.