- La vacunación de ancianos debe acelerarse. / Fotografía: EFE
La campaña de vacunación tiene como objetivos fundamentales el que la cifra de fallecidos descienda considerablemente (por eso se eligen a los grupos de riesgo más vulnerables para que sean los primeros en vacunarse) y que la presión hospitalaria descienda hasta niveles soportables. El número de contagios que puede evitar la vacuna contra la Covid-19 es enorme y los beneficios incalculables. Eso sí, la vacuna no cura ni hace desaparecer al SARS-CoV-2. Todavía no hay solución. Llegará, claro que llegará, pero los científicos están en ello.
La campaña de vacunación hace que se pueda empezar a pensar en que nuestros mayores van estando más protegidos. Hay que aguardar para conocer resultados y ser pacientes hasta que los mayores que no viven en residencias sean vacunados, pero la cosa debe y tiene que mejorar necesariamente. Los muertos que asolan nuestras consciencias a diario suelen corresponder a personas mayores y resulta insoportable.
No puede repetirse lo que ha sucedido en España. Porque casi 30.000 muertos por Covid-19 en residencias de mayores y discapacitados desde que comenzó la pandenmia representa un enorme dolor y es el fracaso de una sociedad entera, de una forma de vida, de una forma de entender cómo deben pasar sus últimos años de vida nuestros mayores. Casi 30.000 hombres y mujeres ya ancianos. Se dice pronto.
La comunidad que presenta peores datos es Cataluña con 8.349 muertos. En Madrid han sido 5.020 (mucho salvar navidades y abrir bares aunque poca atención a lo que ha estado ocurriendo en las residencias). Y en Andalucía han sido casi 1.700, que son muchos menos, pero que son demasiados. Uno solo de nuestros mayores muerto es un mundo. Y estos datos se refieren solo a residencias. Han fallecido muchos más de los que vivían en casa o en la de los hijos.
La campaña de vacunación hace pensar que el ritmo de contagios en este grupo tan vulnerable crecerá a un ritmo infinitamente menor que hasta ahora, que no tendremos que asistir al bochornoso espectáculo de ver cómo se discrimina por edad a los pacientes en los centros sanitarios. Todo indica que las residencias que se habían convertido en lugares lúgubres y peligrosos a causa del SARS-CoV-2 volverán a ser lugares seguros para los ancianos.
La rapidez es esencial y el Gobierno está obligado a pensar en alternativas dadas las circunstancias que impone el libre mercado. El ritmo de vacunación se debe acelerar y la vacuna rusa ‘Sputnik V’ es una opción estupenda. No pasa nada por comprar a los rusos cuando nuestras reglas de mercado impiden hacer lo que es necesario. Esto y un control mucho mayor en las residencias (las imágenes, que hemos visto durante los últimos meses, de ancianos maltratados y viviendo en condiciones indignas, son una vergüenza para una sociedad que no se puede permitir alto tan terrible.