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«A day in the life», por ejemplo

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03 oct 2021 / 10:49 h - Actualizado: 03 oct 2021 / 11:14 h.
  • Carles Puigdemont. / EFE
    Carles Puigdemont. / EFE

Hace ya cincuenta y cuatro años (1967) los Beatles y concretamente el tandem Beatle Lennon-McCartney, escribía la canción ”A day in the life” (“Un día en la vida”) para incluirla al final de su aclamado álbum Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band . En este tema sinfónico, John Lennon, dirigiéndose a un chico, relata algunas noticias o sucesos periodísticos de su época, que llaman su atención. Paul McCartney, llena un hueco de la canción con un relato surrealista, para finalmente en los últimos versos, continuar la voz de Lennon con la temática inicial de la letra.

Hoy, cuando la actualidad mediática vuelve a dejar regueros de tragicomedia, el humor y la música, pienso yo, se hacen más necesarios. Permítanme, así pues, homenajear con mis noticias esta canción y escribir por ejemplo:

Leí las noticias, oh chico.

Sobre Carles Puigdemont. Me enteré que había sido detenido hace unos días en Cerdeña. Que, finalmente, sin medidas cautelares, podía moverse libremente por donde quisiera. Que unos días más tarde un tribunal iba a decidir si el político fugado quedaba definitivamente libre o en manos de la justicia española. Oh chico, me enteré de algunas reacciones tanto de los políticos españoles como catalanes. Por un lado el centro- derecha que quería que Puigdemont fuese juzgado por el Tribunal Constitucional, y nada de indultos. Por otro lado el gobierno de Pedro Sánchez, que también de acuerdo sobre el enjuiciamiento del catalán, intentaba por su cuenta, que este conflicto no influyera negativamente en la mesa de diálogo con la Generalitat . Y finalmente Aragonès, el president, que había suspirado tranquilo tras la excarcelación de Puigdemont, porque se las veía venir, otra vez, con sus socios de Junts en el gobierno.

Y me pregunto cosas: ¿para qué sirve una euro-orden?, ¿quién tiene razón, Puigdemont o Felipe González, en la cuestión de quien está haciendo el ridículo?, ¿ lo hace el Estado español con su supuesta policía secreta?, ¿lo hace el mencionado eurodiputado que se queda, a menudo, sin audiencia en sus discursos en el Parlamento Europeo?, ¿cuándo entrará el incómodo Puigdemont en Cataluña? ¿se montará en una borriquita para “sacrificarse” por la causa ? o ¿acaso es más fácil hablar de “la leyenda negra española” contra Cataluña? El caso es que ningún país europeo, incluido el nuestro, está dispuesto a mancharse las manos.

Aun puedo excitarles más.

El otro día vi en la tele, oh chico, las incandescentes noticias sobre el volcán de La Palma (con su permanente ventanilla, en el margen inferior derecha de la pantalla). No paran de informarme de sus nuevas bocas de cráter, vomitando una hemorragia de fuego y lanzando piroclastos; o del imparable recorrido del magma, en su ramificación de fuego acabando con casas y plataneras. Es una catástrofe. También la vida del mar está amenazada en las costas de la isla, y las partículas de ceniza ya han llegado al continente europeo y flotan en muchos pulmones.

Y me pregunto: ¿cómo dormirán los habitantes de la isla con tanto estruendo, o cómo dormiremos el resto del mundo si esto va a mayores? ¿Será este fenómeno como los fuegos artificiales que culmina tantas desgracias pasadas últimamente, como la Covid, los incendios o las inundaciones? Y por cierto, ¿para qué tantas guerras, ideologías o religiones cuando vivimos la humanidad sobre una gran bola de fuego (Great Balls of fire, diría Jerry Lee Lewis)? Diríamos, en definitiva, que la candela líquida siempre puede salir, como lo hace ahora, de las entrañas de la tierra para amenazar la vida del planeta.

Puedo imaginar el ruido de la explosión del volcán, el temblor de la tierra, el flujo de la lava, el cloc-cloc de las bombas al caer al suelo o la lava enfriándose en el mar... Pin-pan, buumm, fishhhh.

Descansen, quédense en la tele con Sálvame. Ahora viene la parte “surrealista” de la letra.

El otro día vi, en este programa, parte de un reportaje en directo de la boda de Anabel Pantoja y Omar. Un corresponsal en la isla donde se va producir el deseado enlace, relata la llegada de los invitados que se aproximan por mar, en un flamante ferry.

Con sonrisas de nácar y trajes blancos, algunas invitadas que viajan en la mencionada nave, hacen poses de selfies. Cuando aquella ya se va acercando a tierra, el corresponsal hace notar que la mar está picada. Una colaboradora del programa bromea diciendo que los invitados , van a necesitar biodramina. Al final cuando desembarcan, el corresponsal intenta entrevistar a algunas invitadas que bajan del barco con cara de cemento clarito. En concreto, Belén Esteban, dice “me regaláis un crucero y no lo quiero”.

Aún puedo excitarles más.

El otro día en un periódico leí, oh chico, que el futuro gobierno de los talibanes en Kabul estaba pensando si seguir con las amputaciones aplicando la Sharia. Hoy por hoy, con un “sálvese quien pueda” de hace poco, parece que toda la tragedia se ha olvidado. Sé que la actualidad de las noticias se mide con este calibre. Es decir, “alguien” decide cuándo algo deja de ser actualidad. Constato también que los americanos han dejado en manos de los chinos las famosas “tierras raras” de Afganistán, y que aquellos han puesto el foco de la geostrategia en otras partes del mundo. Ahora Estados Unidos y China parecen centrados en otra pelea: yo los microprocesadores y tú los minerales.

Y me pregunto: ¿hasta cuándo estos sucesos angustiosos se simplificarán solo como un desastre humanitario?, ¿todo esto, para disfrazar la bochornosa salida del país o la razón de la misión misma en Afganistán? Sé lo que va a sufrir la población en general y lo que se les viene encima a las mujeres en particular, sobre todo cuando los interesados en este teatro tengan bien atadas sus ganancias en el país. Es seguro que tarde o temprano se colará algún vídeo de youtube, sin censurar, sobre humillaciones y castigos medievales; por no cumplir las interpretaciones de la ley sagrada. ¿“Vinimos solo para derrotar al terrorismo”, decían los americanos?

Concluyendo: A day in the life, es como una plantilla con que llenar el parte informativo de turno. Un parte que podría sugerir notas de escepticismo o una sonrisa, tal vez. Eso sí, siempre podrá acompañar usted estos u otros pensamientos, con la mítica melodía o con otra música. Y es que, como diría un grupo de música setentero, “ la vida es una larga canción”.