Creo que llegará el día en que podamos expresar públicamente la admiración que le profesemos a un gobernante aunque sea de una ideología distinta a la nuestra. Por el momento es imposible, y menos estos días con tantos cafres quemando las redes sociales y llevando a cabo descaradas campañas contra ciertos políticos, como, por ejemplo, Isabel Ayuso, presidenta de la comunidad de Madrid. Van a cargársela de una manera descarada y más desde que las encuestas en intención de voto le son muy favorables. Y no los ciudadanos, sino determinados medios de comunicación y destacados politólogos que no ocultan ya sus apasionamientos.
Al hilo de esto, había que ver ayer la cara de Cristina Pardo, de La Sexta, cuando entrevistando al alcalde de Madrid, el señor Martínez Almeida, en plena calle, unos transeúntes empezaron a aplaudirle de manera espontánea. No creo que todos fueran simpatizantes del Partido Popular, sino ciudadanos que están viendo el trabajo del alcalde de su ciudad, elogiado incluso por sus contrarios en el Ayuntamiento. La gente en general está harta de enfrentamientos entre partidos y sus líderes, de odio y broncas. Es vergonzoso el acoso a determinadas siglas, como Vox, desde otras formaciones o medios. El mismo que hasta hace pocos meses se hacía contra Unidas Podemos, ahora gobernando con el Partido Socialista.
Es curioso que cuando nos referimos a Vox siempre saquemos lo de la ultraderecha, y al hablar de Unidas Podemos no recurramos a lo de la ultraizquierda. Ya no hay extrema izquierda en nuestro país, o al menos se ha dejado de usar la coletilla cuando citamos al partido de Pablo Iglesias, ahora vicepresidente del Gobierno, al que ya tampoco llamamos populista. Y a lo mejor está bien, pero habría que hacerlo con todos y no dar cada día esa imagen tan lamentable que tiene al periodismo por los suelos en un momento en que se hace tan necesaria una buena información y una opinión independiente, aunque no sea fácil en un país como España, de bandos.
El rechazo al que piensa distinto alcanza en España unos niveles más que preocupantes. Estamos viendo cómo hasta se utilizan los muertos por coronavirus para atizarles a determinados partidos, principalmente a los que gobiernan, aunque también a los de la oposición. Me apoyas en la prórroga del estado de alarma o te entierro en muertos, vaya. Es un espectáculo vergonzoso el que se está dando estos días y todo por la lucha entre quienes buscan el poder y los que no lo quieren soltar ni a tiros.
¿Se puede gobernar un país sin ideologías? Dijo Pablo Casado que sí, que ellos habían legislado sin ideología. Si dijeran lo mismo Sánchez e Iglesias, con lo que estamos viendo, sería ya la repera. Las ideologías pueden y deben convivir entre ellas, pero con un profundo respeto al otro, y de esto, de respeto, andamos cortitos con sifón.