Absurdo patrimonio

Image
22 oct 2016 / 22:48 h - Actualizado: 22 oct 2016 / 21:02 h.
"Atarazanas"

TAGS:

Llegó el día. Hoy es domingo, 23 de octubre de 2016, los calendarios no se equivocan. Godot no vendrá, sin embargo. En realidad no viene nunca, mucho menos cuando sabe que se le espera, cuando todo se dispone para recibirlo. O eso nos gusta pensar para darnos algo de consuelo. Porque la realidad es que nadie lo ha visto nunca ni nunca nadie ha hablado con él. Lo esperamos, sencillamente, eso es todo, pero no viene.

Lo que nos pasa con Godot, nos sucede con otra cosas, que parece que vienen o incluso que regresan, pero que se sabe que no es verdad. Como los toros, por ejemplo, que parece que han vuelto a Cataluña, pero todos sabemos que nunca volverán. Porque si se trata de una cuestión de competencias, las hay siempre mucho más largas que las de uno. Algo similar ocurre con los cuernos, que su tamaño depende de cómo uno los sienta y los lleve, pero siempre se encontrará al que se los piense más grandes que los de todos. El torero esperará para recibir a portagayola hasta que se le entumezcan las rodillas. De la puerta de toriles sólo saldrá una bocanada de viento con resabio de heces antiguas. Si España es lo que sea su patrimonio cultural inmaterial, ¿qué será de nosotros el día que no haya toreros?

Había un proyecto para las Atarazanas de Sevilla que parecía que podría llegar. Mas un juez a instancia de querulantes del gusto propio ha ordenado que el segundero se detenga. Nada llegará, pues. La puerta vuelve a cerrarse para que sea el mismo aire el que vuelva a quedar encerrado bajo sus propios arcos. Otra vez el patrimonio, que hay quienes lo quieren como fue, aún peor, como ellos dicen que fue, y no más. Seguiremos esperando y, sin poder evitarlo, tendremos que escuchar a los que piden que en las Atarazanas se haga un hoyo para desenterrar no se sabe a qué muertos y dejarles allí un barco. Porque debajo de los endebles pilares, dicen estos, se debe encontrar la ribera de la laguna estigia y a ellos les gustaría ser los carontes que ayuden a escapar a los que quieren algo de nueva luz. Ellos siempre regresan. Nos sentaremos a esperar. Por la calle Dos de mayo pasa la virgen. ¡A cuento de qué hay cambiar las cosas, acaso no es mejor dejarlas como están!

Ha llegado el día y Godot no ha venido. ¿Nos vamos? Es cansado esperar. No, aguardemos un poco más. Tal vez venga mañana, o pasado. Necesito que al menos me diga que seguimos vivos, porque en ocasiones me parece que no, que sólo somos el decorado de una obra que echó el telón hace mucho tiempo.