Viéndolas venir

Accidentalmente

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Álvaro Romero @aromerobernal1
18 sep 2019 / 08:09 h - Actualizado: 18 sep 2019 / 08:12 h.
"Viéndolas venir"
  • Accidentalmente

Nunca entendí del todo lo que significaban los accidentes del verbo, pero es que el verbo es un tipo de palabra tan potente como mágica, hasta el punto de que es incluso capaz de encarnarse, como nos asegura San Juan en su Evangelio. También el relieve tenía accidentes cuando lo estudiábamos de niños en la escuela. Y uno tardó en discernir que una cosa eran los accidentes que podía provocar el relieve, la orografía, y otra bien distinta que el relieve tuviera accidentes.

Accidentalmente, fuimos descubriendo que los accidentes no eran solo los de la carretera, sino que incluso un gobierno podía ser accidental, y tanto. Este año llevábamos ya más tiempo con un ejecutivo accidental que en firme, y ahora resulta que tenemos que volver a votar. Las pasadas elecciones debieron de ser un accidente. Debimos de votar fatal, con la mano tonta, con el pie izquierdo, pensando en otra cosa, despistados, sin concentrarnos, qué sé yo.

El caso es que el resultado de las pasadas elecciones nacionales no vale absolutamente para nada, solo para tirarlo a la basura, para olvidarnos de él, para hacer borrón y cuenta nueva, para correr un tupido velo, para considerarlo un accidente. Un accidente lo tiene cualquiera. Incluso toda una nación. Unas elecciones accidentadas que dieron como resultado un gobierno accidental que ahora, ya al filo del otoño, nos confirma, incluso metiendo al Rey en el ajo, que todo fue un desgraciado accidente. Que tenemos que volver a intentarlo, a hacerlo de nuevo, tal vez afinando más, quién sabe. El gobierno accidental lo lamenta tela.

Lo malo es que los partidos de la Democracia, o la Democracia en sí -lo tengo cada vez menos claro-, de tanto usarla tal vez, o de usarla mal, se nos partió como se le partió el amor a la Jurado. Y de aquel bipartidismo heredero del turnismo, accidentalmente, salieron otros partidos que quisieron enterrarlo. Pero se han accidentado. Ni Podemos ni Ciudadanos, como los otros, son ya lo que fueron. Será difícil discernir ahora si es que los consideramos otra cosa accidentalmente o el accidente lo han tenido ellos ahora. O es que Vox representa el gran accidente.

La nueva política española es un puzle, es decir, un rompecabezas que parece un accidente, una realidad hecha añicos, pero que en realidad es así, porque sin piezas no hay puzle, sin diálogo no hay juego, sin política no hay civilización. Pero esto, por el accidente de cada cual, no lo han terminado de entender los partidos. De modo que cada uno lucha, aunque sea accidentalmente, por aprovechar el desgobierno, sin complejos, para sus propios ciegos intereses.

Pero a ninguno le da por dimitir. Un accidente lo tiene cualquiera y no hay motivo. Sobre todo, si incluso accidentalmente siguen cobrando y que salga el sol por Antequera, accidentalmente o no. El accidente, al fin y al cabo, lo hemos tenido nosotros al tropezar con estos políticos porque no hay otros.