Quizás suene muy osado el titular. Puede que hasta pretencioso, pero lo que voy a contar a continuación me ha hecho entender un poco la realidad de la Semana Santa.
Yo no sé si soy de la generación boomer, la X o soy un millenial, la realidad es que soy consumidor de foros de internet. Todos los días me doy una vuelta para saber lo que se cuece en estos sitios. El mejor, por ser el más grande de habla hispana, es Forocoches. Sé que alguno acaba de torcer el gesto, pero ahora me entenderán.
El lunes vi uno de esos temas que te rompen el corazón. Se titulaba “mi hermana pequeña se ha ido +Covid”.
El forero contaba que su hermana, de 19 años, había fallecido a consecuencia del maldito coronavirus. Ella le dio mucha guerra al virus y hasta el último momento parecía que le ganaba la batalla, pero al final, por desgracia, no pudo superarlo.
Lo que me encontré después de eso me sorprendió mucho.
La persona que escribía el hilo, como comentaba, era su hermano. Éste decía que la joven era una enamorada de la Semana Santa de Sevilla, a pesar de ser de Elche. Su gran devoción se encontraba en la calle Pureza: la Esperanza de Triana. Lo único que pedía el chico era encontrar a alguien que tuviese contacto con gente de la corporación trianera para poder tener un pequeño gesto para con su hermana.
No lo dudé ni un momento y me puse en contacto con él para intentar ayudarle y así pude conocer la historia de Ainhoa Peñarrubia del Valle.
Ainhoa sufría de fibrosis quística y veía a la Virgen de la Esperanza de Triana como una esperanza de cura. Sólo Ella podría hacer algo por Ainhoa.
Ella se hacía los casi seiscientos kilómetros para estar un ratito con la Esperanza de Triana. Allí encontraba calma y esperanza.
La devoción a la Esperanza es universal. Da igual que seas de Sevilla, de Madrid, de Bilbao o de Massachusetts, todos tenemos un vínculo que nos lleva hacia a ella. Es volver a nuestras raíces. Es ver a nuestra madre, como comentaba Paco Robles hace una semana. Es sentir el calor del hogar cuando en la calle sólo hay nubes y tormentas.
Cuando todo va mal y todo está abocado al fracaso, está Ella. La Esperanza.
La Semana Santa no es sólo sacar pasos a la calle, aunque sin sacarlos, esto no se entendería bien.
La Semana Santa no es sólo poner un mural con imágenes de la Macarena en un hospital, aunque sin esto, las frías paredes del centro carecerían de humanidad y de Esperanza para los que más la necesitan.
La Semana Santa es el camino más corto para llegar a Dios. Es poder ver a la Esperanza a los ojos y aferrarte a su silencio. Es pensar que habrá un Gran Poder que nos hará más leve todo este calvario y que al final, el amor triunfará.
Ainhoa, sin conocerte, me has dado una lección. Gracias, de verdad. Ahora estás más cerca que nunca de la Esperanza de Triana. La de cosas que tendrás que contarle. Pídele por tus familiares para que la encuentren a Ella en esta oscuridad y también por nosotros. Gracias.