Amigo y Sevilla, la Historia aún por escribir

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
28 abr 2022 / 12:09 h - Actualizado: 28 abr 2022 / 12:10 h.
"Carlos Amigo Vallejo"
  • Amigo y Sevilla, la Historia aún por escribir

El fallecimiento de Carlos Amigo Vallejo, personalidad de primer nivel e influencia durante tres décadas en Sevilla y su entorno, reavive el interés por su figura y por su legado. Un orador excepcional que a la vez supo gobernar la Iglesia en Sevilla con la secular habilidad para el silencio que practican quienes saben lo importante que es el proverbio 'por sus obras lo conoceréis'. Para comprender con la perspectiva de hoy cuál fue su contribución, hay que aplicar como primera providencia el criterio de que no se trató de una ejecutoria cesarista sino de un liderazgo de talentos y voluntades.

Génesis: Recordar quiénes le nombran primero en 1973 arzobispo de Tánger para insuflar ecumenismo desde la ciudad marroquí en una época de notable aperturismo de la jerarquía católica. Quien era por entonces el máximo responsable de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Tarancón, como lugarteniente del Papa Pablo VI, disconforme con el manipulador nacionalcatolicismo de la dictadura franquista. Después Tarancón, mientras Juan Pablo II estaba iniciando su papado como primer pontífice mediático, viajero, global, procedente del Este de Europa deseosa de liberarse del yugo soviético, y soporta desde Madrid las tensiones vaticanistas entre integrismo y pluralismo, designa en 1982 a Amigo arzobispo de Sevilla para tomar el relevo de José María Bueno Monreal. El cardenal que había sido decisivo para bendecir y amparar durante los años finales del franquismo y los primeros de la transición la eclosión de compromiso social a través de las parroquias de los nuevos barrios para hacer realidad los principios del Concilio Vaticano II en pos de vivir la institución eclesial como una comunidad al servicio de todos y abierta a los diferentes, y no como una herramienta de poder de unos intereses y mentalidades de casta y clase por encima de los demás.

Está aún por escribir la Historia de la Iglesia de Sevilla durante el mandato de Carlos Amigo Vallejo. O, si lo prefieren, la Historia de la Iglesia en Sevilla mientras él tenía el mando en la Archidiócesis desde el Palacio Arzobispal y desde el Cabildo Catedralicio. Porque la comunidad católica es en cualquier lugar de España enormemente diversa, pródiga en iniciativas autónomas que muchas veces parecen antagónicas unas respecto de las otras. Por ejemplo, la gran diferencia de criterios educativos y de estrategias entre los colegios, centros formativos, universidades y escuelas empresariales promovidos por jesuitas, opusdeístas, salesianos y otras muchas congregaciones. Más poliédrica es aún en Sevilla, por el especial protagonismo que ha tenido la ciudad en diversos momentos de la evolución ideológica e institucional de la cristiandad. De las ortodoxias y de las heterodoxias. De la obediencia debida de puertas adentro y de la evangelización misionera hacia el mundo. Hitos de todo tipo a través de personalidades tan simbólicas como San Isidoro, Bartolomé de las Casas, Casiodoro de Reina, Maese Rodrigo Fernández de Santaella, Miguel de Mañara, Justino de Neve, Ángela de la Cruz, Marcelo Spínola. Y también de nuevos caminos, como los iniciados por Diamantino García, a la vez sacerdote y líder jornalero; o por Reyes García de Castro, fundadora de Sevilla Acoge, la primera entidad creada en España para apoyar a inmigrantes, tras sus experiencias en África.

Ya toca que este periodo histórico de la Iglesia en Sevilla / de Sevilla lo afronten tanto expertos en la materia como protagonistas y testigos de los hechos. Desde el catedrático José Leonardo Ruiz Sánchez y sus discípulos en la Universidad Hispalense, a personalidades como Rafael Leña, notario, académico, que asesoró en muchos temas a Carlos Amigo Vallejo y fue nombrado por éste el primer presidente de la Fundación Cardenal Spínola de Lucha contra el Paro.

Sin duda, lo más interesante serán los capítulos iniciales si en ellos se analiza, y se incluyen ejemplos, de la labor que realizaron en los años ochenta y noventa numerosos canónigos, párrocos y sacerdotes que ya ejercían en Sevilla cuando llegó Fray Carlos en 1982, y en los que éste supo apoyarse o dejarles hacer, dada la talla intelectual de muchos de ellos y su visión sobre la modernización del rol institucional y social de la Iglesia, para ser una Iglesia donde convivieran todas las corrientes y donde se respetara tanto la europeización aconfesional del Estado como la normalización en la sociedad de una moral cívica que emana de valores cuya patente no es teológica sino humanista. La era Amigo, que ilustramos en este artículo con una foto en una parroquia en el pueblo de Los Palacios, no se comprende sin conocer la implicación en Sevilla de Francisco Gil Delgado, Juan Garrido Mesa, Manuel Benigno García Vázquez, Manuel del Trigo, Angel Gómez Guillén, Francisco Navarro, Francisco Ortiz, Leonardo Castillo, Fernando Camacho, Alonso Vázquez, Emilio Calderón, entre otros.

Y tampoco tendrá desperdicio leer los capítulos finales si profundizan en estudiar qué tipo de evolución ha tenido o no la Iglesia en Sevilla / de Sevilla desde que en 2009 Carlos Amigo Vallejo fue relevado al cumplir 75 años y pasó a ser un arzobispo emérito lejos de la Giralda que ahora suena a campanas fúnebres en su honor.

Lo que ya no podrá ser es que esa Sevilla, esa España, con o sin sotana, sea interpretada de nuevo en un escenario por Juan Diego. Un actor mayúsculo de joven y de viejo. Como Don Juan Tenorio o como Franco. Como señorito o como San Juan de la Cruz. También descanse en paz el actor nacido en Bormujos y fallecido a los 79 años de edad.