- Fotografía: Revista Hola
Si alguien piensa que el asunto de la gestación subrogada (en general y en particular en el caso de Ana García Obregón) queda en un maravilloso lugar después de conocer que la niña recién nacida es, en realidad, fruto de la donación de esperma por parte de Aless Lequio, se equivoca. Todo era malo y, ahora, es un horror. Lo perverso se multiplica y el horror que produce todo esto no tiene límites.
En primer lugar, Ana García Obregón no está bien de la azotea. Se comprende bien que una madre no supere la muerte de un hijo y que ese sea el peor de los momentos para cualquier madre del mundo. Pero todo este circo no representa la manera de superar nada; lo único que demuestra es que la obsesión de esta mujer está desatada. La señora García Obregón debe saber ya que su nieta alivia el dolor aunque esa niña no puede ser el recambio perfecto de un hijo perdido. Un hijo es un hijo, un nieto es un nieto. Los profesionales pueden ayudar a esta señora, que alguin se lo diga.
Una pregunta: ¿Alguien cree que la portada de la revista en la que Ana García Obregón confiesa que la niña es su nieta le ha salido gratis a la empresa editora? Ya son dos portadas; ya son dos muestras de mercantilización de un nacimiento. ¿También eso es la última voluntad del hijo fallecido de Ana García Obregón? Todo huele a podrido y ese revestimiento romántico que tanto enternece a algunos no es más que un cheque con muchos ceros. Me da vergüenza pensar en ello.
Otra cosa. Esta niña se enterará, antes de lo que sería conveniente, de lo que ha pasado. En el colegio, los niños ya se encargarán de contar algunas cosas a Ana Sandra. Le dirán que su abuela fue a Estados Unidos para alquilar un vientre de una señora que cobró por ello y que, por tanto, a ella le vendieron; que es hija de su padre ya muerto (muerto antes de nacer ella) y que es hija de una señora desconocida que tampoco es la mujer que ha alquilado su vientre. Le contarán que fue noticia su nacimiento; que fue noticia todo lo que le rodeaba. Que su abuelo, el conde Lequio, lo fue por narices y que nadie se acordó de su dolor porque sólo contaba el de la abuela Ana que andaba regular de la cabeza. Y que todo el dinero del que dispone se mezcla con exclusivas que hablan de la última voluntad de su padre. Un lío morrocotudo que da escalofríos y que volverá medio loca a la criatura.
Alquilar vientres es una perversión, una forma de violencia contra las mujeres, una forma de crear diferencias entre unos y otros, una forma de jugar a ser dioses. Es una tragedia absoluta para todas las partes implicadas en cada caso. Pero aquí seguimos haciendo de oro a los que lo hacen gracias a que ya les hemos hecho de oro anteriormente con algún escándalo.