Desvariando

Aquel discurso de Adolfo Suárez

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
30 ene 2021 / 09:23 h - Actualizado: 30 ene 2021 / 09:26 h.
"Desvariando"
  • Adolfo Suárez saluda a Jimmy Carter. / EFE
    Adolfo Suárez saluda a Jimmy Carter. / EFE

Ayer se cumplieron cuarenta años de la dimisión de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno y aún hoy no se conocen de verdad los motivos: falta de apoyos en su propio partido (UCD), de la Corona, el Ejército, cansancio, el desgaste de la moción de censura del Partido Socialista -que no prosperó pero que lo dejó tocado-, el poder económico o presiones de la Iglesia. Teorías las hay para todos los gustos. Lo cierto es que el 29 de enero de 1981 y tras un discurso de diez minutos, que vimos por televisión, el que para muchos fue el mejor presidente de la historia de España presentó su dimisión irrevocable como presidente del Gobierno y de su partido. No abandonó la política e intentó volver a serlo con el Centro Democrático Social (CDS), pero ante los malos resultados, en 1991, agotado, decidió hacerlo y dedicarse por completo a su familia. Cuarenta años después de aquel histórico discurso en blanco y negro, ¿queda algo del espíritu de la España de la Transición? Absolutamente nada, y menos que va a quedar si el actual Gobierno agota la legislatura y la pandemia se alarga dos años más. Nunca voté a Suárez, pero cuando miro atrás para reflexionar sobre cómo he vivido la política desde 1977, cuando tenía 19 años, siempre es el dirigente político que se me viene a la cabeza y confieso que cuando murió, el 23 de marzo de 2014, lloré pensando en lo cicatera que había sido España con aquel hombre al que tanto le debíamos y le debemos aún. Pienso en los demás expresidentes de España y la figura de Suárez se agiganta de una manera increíble, quizá también porque alguna vez lo vi en Ávila, en algún restaurante, aunque nunca llegué a saludarlo. Casi todos los años que visitaba esta bonita ciudad de Castilla y León para colaborar en su Semana Flamenca me acercaba a Cebreros, el pueblo abulense donde nació por deseo de su madre, Herminia, que tenía raíces familiares en este pueblo, para comprar vino de esa tierra y solía preguntar por él al dueño de la bodega. Recuerdo que un amigo abulense me preguntó un día que por qué me atraía tanto la figura de Suárez, si era votante del Partico Comunista, y le respondí sin titubear lo más mínimo: “A lo mejor por eso, precisamente”. Era votante pero no militante, que son dos cosas distintas. En más de una ocasión he dicho que para mí la política no es como el fútbol. Que el hecho de votar a un partido político determinado no tiene nada que ver con ser bético o sevillista hasta la muerte. Puedo dar mi confianza a un partido político y retirársela si me defrauda, que es lo que hice hace ya mucho tiempo. Ahora no voto a ninguno, quizá porque ya no hay dirigentes como Adolfo Suárez, con sus luces y sus sombras. Solo hay mangantes.