Los medios y los días

Asenjo y lo que la Iglesia nos quitó

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23 sep 2020 / 04:23 h - Actualizado: 22 sep 2020 / 15:25 h.
"Los medios y los días"
  • Asenjo y lo que la Iglesia nos quitó

Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla, será hoy hijo adoptivo de la ciudad. Me alegro por él, yo no puedo juzgar eso, sólo sé que para que te den un premio, mientras más relevante sea, con frecuencia, al mérito y al talento se unen otros factores externos, ajenos a las finalidades que deberían tener los premios en sí. Los premios ideales son los que te conceden porque alguien o algunos, totalmente independientes, hayan seguido la trayectoria de determinadas personas y, aunque incluso no estén de acuerdo con sus ideas, sepan separar la paja del grano. Hay bastantes premios en los que se nota el toque político- ideológico, las cuotas, los compromisos y otros factores que convierten a un galardón en algo con menos valor del que los medios proyectan.

Mi mayor alegría en mi trabajo como investigador es cuando me llama o me escribe una persona desconocida diciéndome que como conocen mi obra me invitan a tal o cual actividad o evento, dentro o fuera de España. De todas maneras, un premio suele ser bienvenido, lo que sucede es que hay tal inflación de premios que la noticia puede ser el que no tenga ninguno, el premio del no premiado nunca ha sido para...

El galardón a monseñor Asenjo no sé si es merecido o no, es un detalle hispalense para quien está a punto de terminar de servir a la ciudad según su conciencia y entender. He leído de todo, de su cercanía con problemas reales, de su impulso a la catequesis... Y también esa protesta de la plataforma contra las inmatriculaciones surgida en Sevilla a principios de 2018 que, según he visto en los medios, “junto a más de veinte entidades culturales, religiosas, laicas y de memoria histórica, ya manifestó su rechazo a que Juan José Asenjo fuera nombrado Hijo Adoptivo de Sevilla “al tratarse del mayor inmatriculador de nuestra tierra”, sostienen estos detractores.

Es un asunto que escapa a mi conocimiento pleno, pero sí puedo afirmar algo que concierne a Juan José Asenjo y a todas las altas autoridades eclesiásticas: en Sevilla, a mí -y a más personas que conozco- la Iglesia me ha robado un trocito de felicidad copando de la manera en que lo ha hecho la catedral y sus aledaños, algo que comenzó en 1992, con motivo de la Expo.

Uno de mis placeres como sevillano y joven inquieto que he sido siempre fue entrar en el Patio de los Naranjos y sentarme a charlar tranquilamente con algún amigo o amiga, bajo el cobijo sosegador e histórico del rosetón de la catedral, sobre la Puerta de la Concepción, y de la Giralda. Era algo mágico, me encontraba en aquel lugar, rodeado de la cultura cristiana, de la islámica, de la visigoda. Hay arcos árabes, una fuente cuyo motivo central es visigodo, todo con raíces en el siglo XII y anteriores si pensamos en la taza visigoda de la fuente.

El hecho de entrar allí -libremente- a través de la impresionante Puerta del Perdón o atravesando la entrada de arco árabe -la Puerta del Lagarto- que te permite contemplar el famoso cocodrilo del Nilo, ahora disecado pero que en su tiempo estuvo vivo, que le regalaron a Alfonso X El Sabio en el siglo XIII, era como introducirse en un mundo misterioso pero real.

Luego, ya pensando en la catedral, era muy sencillo y normal acceder a buena parte de su interior. Afirman que los cuatro porteadores del féretro de Colón representan a los reinos de Castilla, León, Navarra y Aragón y dicen que tocarles los pies da suerte, por ello sus calzados están tan brillantes, en especial el de uno, el del primero a la derecha según se mira al monumento de frente. Cuando éramos niños movíamos el “zapato” del pie izquierdo de ese señor y hacía un ruido que se oía en casi todo el gran templo y nuestros padres nos reñían. Y también hacíamos lo mismo ya de mayorcitos.

Comprendo que ciertas partes de la catedral estén especialmente protegidas -como el tesoro- pero, ¿por qué se ha convertido aquello en algo tan opaco y acotado para los sevillanos y para el público en general? ¿Es por dinero, como dicen tantas personas? ¿Con la Iglesia hemos topado? Supongo que es mucho el gasto que supone mantener el templo gótico tardío más grande del mundo y tercero de la cristiandad católica por “culpa” de aquellos canónicos que querían hacer un lugar de culto tal que los que vinieran detrás los tuvieran por locos, pero a ver si por unas cuantas monedas se pierden miles de almas, miles o millones de recogimientos para espíritus que buscan un poco de paz en cualquier tiempo, más si se trata de horas inciertas.