La Gazapera

Así no, señora Ayuso

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
11 mar 2022 / 06:00 h - Actualizado: 11 mar 2022 / 04:00 h.
"Flamenco","La Gazapera"
  • Así no, señora Ayuso

Hace siglo y medio los cafés cantantes eran un importante reclamo turístico. Por poner un ejemplo cercano, cientos de personas venían diariamente desde fuera de Andalucía para disfrutar del flamenco en los cafés de Sevilla, que eran los más populares de España. Cafés como El Burrero, en la calle Tarifa, o el de Silverio en la calle Rosario. Había una decena más, pero estos eran los mejores, quizá con el Filarmónico o Café de Juan de Dios, que de ambas formas se conocía. Desaparecidos los cafés, digamos clásicos, con el tiempo llegarían los tablaos, que era muy parecidos, con cuadros fijos y actuaciones cada noche. Enfocados también al turismo, aunque solían ir los aficionados de Sevilla, locales como El Patio Sevillano, El Guajiro, La Cochera o Los Gallos eran parte de los mejores espejuelos turísticos de la ciudad. En Madrid también hubo cafés cantantes de gran popularidad y prestigio, como los decimonónicos Café de la Bolsa, El Imparcial o el Café del Brillante, donde debutó la Niña de los Peines a principios del siglo XX. La mala reputación de los cafés hizo que el Ayuntamiento los cerrara y aparecieron otros tipos de locales, como Fornos, Villa Rosa o Los Gabrieles, de clientela más selecta, donde triunfaron Chacón, Escacena, Pepe el de la Matrona, José Cepero o Bernardo el de los Lobitos.

Más tarde llegarían los tablaos, como Los Canasteros, de Manolo Caracol, o Zambra, en los que rompieron artistas como La Paquera, Rosa Durán, Paco Cepero, Pansequito, María Vargas, Rafael Romero, Enrique Morente, Lebrijano y otros muchos, antes de que llegaran Camarón o Turronero . No se puede entender la historia del flamenco sin los tablaos de la Villa y Corte. Por eso no me ha extrañado que la Comunidad de Madrid inundara la capital de España con carteles dedicados a la llamada del turismo, con el siguiente reclamo: El mayor destino cultural del mundo, con la imagen de una bailaora en el Corral de la Morería. Y aquí viene lo grave, y el motivo de la columna: utilizan el flamenco y los tablaos como el mejor señuelo turístico y luego los han dejado tirados, sin ayudas económicas, que, sin embargo, reciben bares flamenquitos, teatros o salas underground, alternativas. Decenas de miles de euros. Una puñalada a los tablaos flamencos, salvo el Corral de la Morería, que sí ha recibido una importante ayuda de entre cuarenta y cuarenta y cuatro mil euros. Un verdadero despropósito, porque eran ayudas a la estructura musical de bares, salas y tablaos flamencos. Pero los tablaos han recibido un palo tremendo. Así no, señora Ayuso. A ver si iba a tener razón Chacón cuando le dijo a Galerín, en 1922, que en Madrid “se detesta el flamenco”.