Aunque me voy, no me voy

¿Creen que la expresidenta Susana Díaz ha aceptado ya que está en la oposición? Imposible. Tardará un siglo en hacerlo, porque la Junta era su casa. De hecho, lo es todavía. Me produce en realidad cierta ternura, sinceramente, porque, ¿qué sería de ella sin esa entrañable casa de todos los andaluces, pero en especial de Susana? Los socialistas se encariñan con las instituciones y les cuesta soltar el mango o el bastón de ordeno y mando. ¿Se acuerdan de Paco Perujo, el que fuera director del Centro Andaluz de Flamenco, que al irse nos dejó a la inefable Bibiana Aído, que a su vez nos endosó a la actual directora, la ubriqueña María de los Ángeles Carrasco? Pues ha sido nombrado Embajador del Flamenco en Jerez. Como lo oyen. Me emocioné ayer cuando lo leí. Lo presentaban además como flamencólogo y todo. No pueden vivir sin cargo o estar cerca de donde se hierven las habichuelas, aunque sea algo honorífico, como es lo de Perujo. No es siempre una cuestión de dinero o poder, que en política viene a ser lo mismo, sino de querer estar en todos los fregados. Lo de los enchufes, por poner un ejemplo, no es por el mero afán de crear empleo, sino de mirar por la familia y los amigos. ¿Es esto un delito, acaso? El Partido Socialista ha sido siempre una verdadera agencia de colocación. Y, curiosamente, una máquina de destruir empleo. Ahí tienen los datos del desempleo de febrero, que unidos a los del pasado mes de enero, son para para preocuparse. No será culpa de Sánchez, ni de Tezanos, pero cabrea tela. Rajoy se fue creando empleo y Sánchez, destruyéndolo. Aunque don Pedro no se acaba de ir tampoco, como Paco Isidro: “Aunque me voy, no me voy/ aunque me voy, no me ausento/ aunque me voy de palabra/ pero no de pensamiento. Cuidado con él que aún es capaz de sacar un decreto ley y autonombrarse presidente perpetuo.