Están deseando unos y otros ponerle a Isabel Díaz Ayuso piedras en los zapatos, su victoria en Madrid en el fondo yo creo que no le ha sentado bien ni a algunos del PP. La presidenta dijo algo así como que ella no va a rectificar sus palabras de la plaza de Colón y eso es lo que tiene que hacer porque cuando se oyen bien esas palabras no tienen nada de meter al rey en la trifulca política, al revés, lo que está haciendo es defenderlo para no ponerlo al pie de los caballos de unos sujetos que actúan al margen de la constitución e incluso de la cortesía política más elemental y eso lo hacen cuando una y otra vez llevan a cabo esas poses de no ir adonde va el rey ni siquiera por diplomacia. Se nota que aún no han tragado con la derrota que los Borbones les infligieron en el siglo XVIII de la cual brotó la Diada que es la celebración de una derrota, pocas zonas del planeta celebran el día nacional conmemorando una derrota de esa nación.
Aunque a mí me hubiera gustado un tono más conciliador, el rey lanzó un discurso en su momento defendiendo lo que tenía que defender: la constitución frente a un intento de separatismo por las bravas. Y ahora se ve en la obligación de firmar el perdón para unos sujetos que no quieren ser perdonados y que además lo desprecian, ya digo, no se ponen a su lado ni por diplomacia política porque se puede ser republicano, sin embargo, lo siento por ellos porque el rey es su rey y mi rey, guste o no. Ellos no son el presidente ni los consejeros del rey pero el rey sí es el rey de los presidentes y de los separatistas, por el momento, así lo establece la constitución de Tarradellas.
De manera que lo que deduje de las palabras de Ayuso es que el rey se ve obligado a traicionarse a sí mismo para acatar la constitución y, con el rey, se van a fastidiar millones de españoles, ¿por qué tiene Ayuso que rectificar lo que dijo? Aquí hay quien se la coge con papel de fumar, la generación de cristal está más extendida de lo que yo creía, suponía que eso era asunto de jóvenes, pero ceo que también llega a altas instancias de los partidos, ¿matizar o rectificar cuando el de enfrente no solo no matiza ni rectifica sino que se mantiene firme en su deseo de seguir adelante con un separatismo que por ahora es inconstitucional?
¿Saben cómo funcionan las cosas ahora? Al revés. Primero, alguien dice o hace una barbaridad. Luego, otra persona le recrimina esa barbaridad con palabras firmes y duras. Y de inmediato, la generación de cristal -que le da más importancia a la forma que al fondo- se olvida del que ha comenzado la gresca, e incluso ha delinquido, para afearle al replicante lo que ha dicho, de manera que es el justo el que paga los platos que han roto los que comenzaron la guerra. Pues eso es lo que le ha ocurrido a Ayuso. Ni un paso atrás, presidenta, el rey que firme lo que tenga que firmar, los separatistas a la calle, las negociaciones en la mesa y ahora a ver qué sorpresa nos tiene guardada el señor Sánchez que justifique tanta barbaridad, tanta incoherencia, y nos obligue a olvidar lo que hicieron los segregacionistas supremacistas y al mismo tiempo acomplejados por el varapalo que en el siglo XVIII sufrió una Cataluña dividida -de forma similar a la Cataluña de ahora- a manos de los Borbones.