Septiembre ha llegado inexorable, como todos los años, aunque cargado de un asfixiante calor que amenaza con acompañarnos un buen puñado de días, y un permanente déjà vu en el escenario político. Por eso, en la primera columna de la nueva temporada, me he negado psicológicamente a hablar de nuestros políticos, ya habrá tiempo.
Esta columna es mi modesto homenaje a uno de esos gigantes anónimos de la cocina de nuestro país, que probablemente nunca figure en ninguna constelación de estrellas de alguna famosa guía, pero que al frente de los fogones de la Taberna Cabildo de Sanlúcar de Barrameda hace felices a miles de personas en el gran templo culinario sin gluten de todo nuestro país.
Su nombre, Paco Heredia, aunque es más conocido como Baru. Un cocinero que, desde que supo hace ya varios años que su hijo era celiaco, no ha parado de investigar en conseguir que no existan diferencias entre comer con gluten o sin gluten en las costas andaluzas. Baru es tan grande que está disponible siempre para compartir todos sus secretos para quien lo necesite, desde su esquinita de la plaza del Cabildo, uno de los enclaves donde se nos ofrece degustar las riquezas de la tierra y del mar, aliñadas con buenas dosis de la gracia gaditana y del aire de Doñana que atraviesa la desembocadura del Guadalquivir para impregnarse del olor de las bodegas donde fermentan bajo un velo de flor los caldos pálidos que luego envejecen para transmutar alquímicamente en olorosos y soleras llenos de matices y sabores.
Así que, si te gustan las tortillitas de camarones o el pescaíto frito, El Cabildo, es un lugar muy recomendable para ser visitado, pero si padeces la enfermedad celiaca, te hablo de un auténtico templo de peregrinación que bajo ningún concepto te debes perder.