Belén Esteban es un meme. Todo ella. Y una patosa. Le escuchamos decir: «Dejadme decir una cosa importante joder, a ver si luego cuando me dejes, lo digo en Mitele Plus y no lo verá ni Dios». Se dirigía al director del programa y dejaba claro que Sálvame pasa por tremendos problemas de audiencia. Y le escuchamos decir eso mientras berrea y come con la boca abierta. Desplegando prepotencia a espuertas, mala educación como para una pelea callejera. Lo único interesante que tiene esta mujer es poner a prueba tu agudeza visual y determinar qué come al hablar.
Belén Esteban cree ser astuta, incluso inteligente. Belén Esteban cree que es intocable sin serlo. Belén Esteban está la mar de contenta vendiendo patatas fritas y gazpachos sin saber que esos mismos que compran los productos que anuncia podrían cambiar de producto al cambiar de ídolo televisivo. La popularidad es efímera y en juguete roto se puede convertir cualquiera de un día para otro.
Belén Esteban representa la caspa más persistente de los últimos años, la paletada convertida en diversión, la posibilidad de ser famoso siendo un don nadie (es el sueño cañí por antonomasia). Belén Esteban es el arquetipo de charlatana irrelevante a la que escuchan los que solo entienden la zafiedad pensando que si lo entienden tiene que ser verdad.
Belén Esteban caerá sin remedio junto a todos aquellos que le han convertido en una especie de mito cutre, en una personalidad del surrealismo paleto soñado por aquellos que siguen pensando que los españoles ven telebasura porque les gusta. Belén Esteban es una vergüenza que rebaja la inteligencia de algunos a mera broma de la evolución humana.
No pasará mucho tiempo y no la verá ni Dios en una cadena o en dos o en las que hagan falta. Habremos avanzado dejando atrás un meme sin gracia.