Belén Esteban, los estudios de Andrea, la silicona de Juls y el feminismo de tres al cuarto

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15 oct 2021 / 18:07 h - Actualizado: 15 oct 2021 / 18:19 h.
"Opinión","Televisión"
  • Belén Esteban, los estudios de Andrea, la silicona de Juls y el feminismo de tres al cuarto

Me da exactamente igual si Jesulín de Ubrique, ese torero al que lanzaron un buen número de piezas de ropa interior en los ruedos, paga la mitad de los estudios a una de su hija (‘Andreaaaaaa, come el pollo’), si le paga una operación de cirugía estética a otra de ellas o si se gasta el dinero en jamón del bueno. Me da lo mismo. Lo que ya me inquieta algo más es que la que fue su esposa, la tal Belén Esteban, siga insistiendo en airear las miserias caseras en un plató de televisión; me deja perplejo que esto le guste a un buen número de personas; y me asusta que el mensaje que lanzan estos mequetrefes tenga arraigo en las consciencias de las personas.

Para empezar tengo que decir que esta señora, la tal Belén Esteban, puede tener a su hija estudiando en el extranjero gracias al torero (no sé si le paga algo, pero esa mujer es famosilla gracias al matador de toros), que tiene un chalet gracias a Jesulín, que puede vivir a cuerpo de rey gracias al que fue su marido. Le gustará más o menos, pero eso es lo que hay. Esta inculta superlativa, esta mujer que carece de modales y de un mínimo de preparación, lleva hablando de Jesulín desde hace más de veinte años. Ha cobrado cantidades astronómicas y sigue haciéndolo. Presume de trabajar en la televisión cuando, en realidad, lo que hace es echar espuma por la boca, destrozar el lenguaje y arrasar con la poca dignidad que le queda a los que hacen esos programas tan deleznables que conocemos como televisión basura. Es decir, lo que nos vende como su propia miseria es un bienestar muy considerable, dinero fácil y una desvergonzada actitud ante la vida.

Es impresionante cómo trabajan con la carroña todos los que viven del mal ajeno, de ridiculizar a otros, de destrozar intimidades. Una de las presentadoras habituales de estos programas (¿Carlota?) se ha puesto en modo feminista on hace algún tiempo. Se pone muy interesante aunque lo que no sabe es que lo que dice de las mujeres está claramente sesgado por su ansia de audiencia, por su imposición de ideas (eso pretende cada vez que abre la boca), y su falta de conocimientos acerca de lo que es y supone el movimiento feminista. El feminismo de pacotilla que trata de defender se deshace al minuto y medio. Eso sí, se pone muy seria, muy digna ella, para advertir que no consiente actitudes no sé qué y no sé cuantos. Una pena que el feminismo tenga que soportar a este tipo de mujeres tan tóxicas para el movimiento. Es increíble que cause rechazo entre las propias mujeres feministas.

Este tipo de personajes que intervienen en los programas basura están acabados hace mucho tiempo, son incapaces de hablar de otros porque no saben hacerlo y porque pocos se prestan a entrar en el juego que proponen (los mataos y casposos, sí): y, por ello, se retroalimentan de sus propias heces.

Si quiere usted cambiar el nombre de estas dos mujeres que he nombrado y cambiarlo por los de otras colaboradoras o presentadoras, da igual; el efecto es el mismo o mucho peor. Cambie a esa tal Carlota por Paz Padilla y ya verá qué resultado tan lamentable se obtiene.

Y así, esto se ha convertido en un no acabar.