La vida del revés

Benedicto XVI nos deja (por segunda vez) en manos de Francisco

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31 dic 2022 / 11:52 h - Actualizado: 31 dic 2022 / 11:56 h.
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El Papa emérito, Benedicto XVI, ha muerto. Era algo esperado y anunciado debido a su precario estado de salud. Benedicto XVI pasará a la historia por ser el Papa que dejó su silla para recluirse hasta la muerte y por haber claudicado ante los casos de pederastia, los escándalos llegados de la traición de su mayordomo y una falta de conexión de la Iglesia con la realidad que era absolutamente insostenible y absurda. Nunca antes la Iglesia había estado tan manchada por el dinero, la codicia y lo escandaloso.

Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, fue un teólogo extraordinario aunque siempre adoleció de cintura y fue conservador en exceso. Solo en sus primero años de sacerdocio pareció estar dispuesto al cambio radical de una Iglesia que viajaba directa al suicidio. Discreto al dejar su cargo y especialmente ostentoso mientras se sentó en su silla del Vaticano.

Ha convivido con su sucesor de forma discreta y amable. Siendo antagónicos, los esfuerzos de uno y otro, de Ratzinger y Bergoglio, han sido un ejemplo de cómo debe llevarse a cabo una transición. El Papa Francisco ha mostrado documentos comprometidos al que fue emérito ara conocer su opinión y Benedicto XVI ha dado muestras de silencios gratificantes puesto que el sector más radical de la Iglesia esperaba una sola queja para lanzar ataques. Sin que hubiera un solo gesto de rechazo de Ratzinger, ese sector ha pedido la dimisión del Papa Francisco por hereje. Así han estado las cosas.

Nos deja Benedicto XVI en manos de Francisco (por segunda vez), en muy buena compañía. El Espíritu Santo colocó a ambos al frente de la Iglesia ( y los votos de los cardenales, claro) y los cristianos debemos estar agradecidos por ellos. Uno ha marcado para siempre los límites terrenales del poder y el otro intenta dejar la Iglesia en una posición mucho mas cercana, más social y más determinante.