La Tostá

Calvo y la crítica de los setenta

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
06 jul 2021 / 10:10 h - Actualizado: 06 jul 2021 / 10:13 h.
"Flamenco","La Tostá"
  • La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo . EFE/J.J. Guillén
    La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo . EFE/J.J. Guillén

Siempre agradecí a Carmen Calvo su compromiso con el flamenco cuando era consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, aunque también se llevó algún que otro rapapolvo. Igualmente, que me pidiera prologar La Niña de los Peines en la Casa de los Pavón (2000), mi libro más premiado. Reconozco que no me cae mal del todo, y mira que me caen mal casi todos los ministros y la mayoría de las ministras de Sánchez. Ayer me reí mucho con la metedura de pata de la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, elogiando a los “actores y las actrices” de la obra de Juan Diego Botto sobre Lorca, que es un monólogo. Me reí porque recordé a críticos de flamenco de los setenta que a veces hacían las críticas de los festivales de verano sin estar en el festival. “Apoteósico éxito de Manuela Carrasco en Córdoba», y resulta que la gran bailaora de Triana no había ido por encontrarse enferma. “Brillante apertura de la Bienal”, y se había suspendido por un cortocircuito en el escenario. Se tomaban tres tintos y la liaban parda. En una de las bienales, un crítico me esperó a la puerta del Lope de Vega para preguntarme qué me había parecido un bailaor que había presentado una obra horrible. “Un genio”, le dije, pensando que estaba de guasa conmigo, porque no imaginaba que se le hubiera pasado por alto el petardo. A la mañana siguiente, el compañero ponía de “genio” al bailaor en el titular y mi crítica fue muy dura. Me llamó acordándose de todos mis antepasados muertos. Por eso me reí tanto ayer cuando leí el tuit de Carmen Calvo sobre la obra lorquiana de Botto, quien estará encantado por la publicidad. O sea, que la exconsejera de la Junta no vio la obra pero quiso opinar sobre ella y metió el patinazo de su vida, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados, si es que se puede uno acostumbrar a estas cosas. Y es que estamos en la época política del postureo, de títulos que no se tienen, másteres que no se hicieron y ministros que van a una obra de teatro, se dejan ver y cuando apagan la luz salen pitando. Esto lo solía hacer Julio Anguita cuando iba al ciclo flamenco de Cajasol, en Sevilla, pero no cometió nunca la torpeza de elogiar al guitarrista en un cante por martinete, que va sin guitarra, a palo seco. Don Julio era comunista, pero no tonto.