Manuel Moreno Jiménez, Manuel Morao, el veterano guitarrista de Jerez de la Frontera, será galardonado el día 3 de julio con el Camarón de Oro en el Festival Flamenco de El Cerro de Coria, que tendrá un cartel corto pero sabroso: La Farruca, Rancapino Chico e Israel Fernández, con sus respectivos acompañantes, entre ellos los guitarristas jerezanos Antonio Higuero y Diego del Morao, sobrino nieto de don Manuel, hijo de su hermana Juan Morao. El festival se celebra cada año en el Colegio del Cerro de San Juan, donde estudié, así que será emocionante conducir el acto de reconocimiento y presentar esta cita flamenca tan entrañable que organiza el Ayuntamiento de Coria en colaboración con la Peña Flamenca Paco Mazaco, de las mejores de la provincia.
Morao recibirá también este año el Premio Internacional del Flamenco, que concede la EFA (Escuela Flamenca de Andalucía) como reconocimiento a una trayectoria. La del gran guitarrista gitano es muy importante, pues toca la guitarra desde niño, cuando otro gran guitarrista jerezano, Javier Molina Cundi, empezó a modelarlo y vio en él la figura que luego fue. Manuel Morao ha recorrido el mundo entero con el Ballet de Antonio y le ha tocado la guitarra a los más grandes, como Antonio Mairena, Manolo Caracol o Terremoto de Jerez. Su toque es de un sabor gitano único y un compás inigualable. El maestro es acompañante al baile y al toque, no concertista. De esa escuela, la suya, salió uno de los más grandes de las últimas décadas, su sobrino Moraíto Chico, que nos dejó hace años debido a una maldita enfermedad.
Coria del Río acierta dando el Camarón de Oro al gran maestro, porque los homenajes hay que darlos en vida y, sobre todo, cuando lo pueden disfrutar porque están en plenitud de facultades. A pesar de sus 92 años y de la muerte de un hijo, don Manuel está estupendo. Hablé con él para notificarle el Premio Internacional del Flamenco y, aunque emocionado, supo agradecer el galardón razonando lo importante que es recibir un premio por tanto esfuerzo. Va a recibir dos muy importantes, algo que le ha devuelto la felicidad a él y a los gorriones del Barrio de Santiago, donde vino al mundo y creció para llegar a ser un grande del arte jondo, de la guitarra flamenca. Cuando se hacen las cosas bien, este arte merece la pena.