Los medios y los días

Camina o revienta

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25 jul 2019 / 07:57 h - Actualizado: 25 jul 2019 / 07:57 h.
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La raza española flojea. Si me tomo al pie de la letra las nueve dimisiones de altos cargos en la Junta de Andalucía y acepto la versión oficial, eso de decir esto me abruma y me voy a mi casa es la demostración máxima de que ahora cualquiera se mete en la alta política sin saber lo que es. Voy más allá: políticos y no políticos son víctimas de la nueva selección natural que consiste en lo siguiente: como la medicina nos prolonga la vida y entonces rompe con la selección natural clásica de Darwin, la naturaleza se busca otra forma de dejarnos fuera de circulación: la enfermedad psicofísica derivada de la sociedad frenética que hemos creado. Entonces es cuando los viceconsejeros dicen no puedo más, las juezas y la gente se da de baja por unas circunstancias u otras y a los jóvenes todo les parece difícil, desde subir unas escaleras hasta las preguntas de un examen.

Yo estoy viendo ahora mismo, con 40 grados, a los albañiles trabajando horas bajo el sol y a la gente del campo y a los obreros de las carreteras y a todos esos operarios que curran por las calles de Sevilla aprovechando que hay menos gente en verano, para reparar desperfectos y desarrollar tareas de mantenimiento en general. ¿Qué pensará todo ese personal cuando se enteran de que alguien se cansa y se viene abajo sentado en su despacho? Pues sí, sucede, es lógico, comprendo esa presión, el trabajo manual es durísimo pero cuando termina la jornada te despides hasta la mañana siguiente. Los trabajos de despacho relacionados con ciertas responsabilidades políticas y sociales no terminan nunca, ni de noche ni de día, y si no vienes ya bien entrenado y llorado de casa te pueden matar en vida, así de claro.

Julio Anguita presume de que, siendo alcalde de Córdoba, logró irse a su casa a comer cuando terminaba su jornada. Eso es impensable en la alta política, la empresa y otras profesiones. Lo que yo me pregunto es por qué, una sociedad que no logra conciliar la vida comunitaria con la personal y familiar no vale la pena vivirla porque te va matando día a día. Camina o revienta, te dicen ahora desde arriba, emprende, aunque emprender te cuesta la vida, es la mentalidad calvinista, luterana, judía, que se ha implantado en todo el mundo y sigue su expansión. Es la mentalidad de los de arriba que se extiende como la lava que baja desde la cima del volcán hasta mucho más allá de su base. Hay psiquiatras en EEUU que se han hecho ricos sólo con clientes que trabajan en Wall Street y ahora se están viendo judicialmente los casos de los suicidios de altos ejecutivos en France Telecom.

Mi padre me decía que con 14 años y antes, él ya trabajaba en el campo con un burro como compañía. Antes había sufrido la guerra civil. En la tierra de mi padre se trabajaba de sol a sol, pero hasta esa gente sabía distinguir y cuando a la caída de la tarde sonaba la campana de la parroquia del pueblo, daban de mano y hasta la madrugada siguiente: “Yo soy un hombre del campo/ cuando se pone el sol me acuesto, / cuando sale, me levanto”, escribió mi inolvidable amigo el poeta Juan Manuel Vilches que nos dejó con 29 años por culpa de su corazón porque su alma lo aguantaba todo.

Ahora dicen que vivimos mucho mejor y es verdad, lo que no sé es si existimos mucho mejor. Hemos levantado una sociedad salvaje pero no nos entrenamos duro para hacerle frente. Un político puede llegar desde su sofá y su trabajo de ciudadano honrado a un despacho que lo va a absorber día y noche, un joven puede estar estudiando en un aula y al poco tiempo sentado en un escaño parlamentario. Todo sin hacer la pretemporada. Luego surge la nueva selección natural y se los puede llevar por delante.