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Viéndolas venir

Campanilleros, en vivo y en directo

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Álvaro Romero @aromerobernal1
24 dic 2022 / 11:32 h - Actualizado: 24 dic 2022 / 11:34 h.
"Viéndolas venir"
  • Campanilleros, en vivo y en directo

Los campanilleros despiertan estos días por nuestros pueblos esa sensación dormida de que la vida también existe en directo, de que a pesar de todas las sensaciones en diferido a las que las nuevas tecnologías nos han ido acostumbrando, también late por las calles de veras el son de la pandereta y la bandurria, la voz ronca de los hombres en los bajos, el dulce solo de ruiseñor de la tímida muchacha que canta como los ángeles, con su bufanda y su gorro polar, oculta entre el anonimato de un coro que regala su compás al ritmo parpadeante de las estrellas, al filo de la madrugada, cuando los demás dormitamos o hemos perdido la conciencia en la duermevela de estos días en que vuelven tantos familiares como vuelve el turrón a la mesa...

Es injusto que no tengan los coros de campanilleros su justo reconocimiento en esta sociedad del Spotify, y es un milagro que perseveren tantos coros en cada pueblo, actuando como verdaderos pregoneros ambulantes de la Natividad incluso por aquellos barrios en que nadie sale a recibirlos. Los campanilleros tocan, cantan y mecen el aire estremecido de la noche, como solo se le puede cantar a Dios, con la respetuosa conciencia de que se precisa solemnidad y ternura a partes iguales, porque en ninguna religión se celebra que Dios se rebaje a la condición de mortal para nacer, y pobre para más inri.

Frente a la turbamulta de los centros comerciales, pese al bombardeo de la publicidad a todas horas, del colorido cutre de tantos negocios en la red, de la obsesión malsana por comer y beber y derrochar y consumir en tiempo récord, del sinsentido de capitalismo desnortado en que se convierten estas fechas, de esas felicitaciones navideñas en las que reluce la palabra “fiesta” sin saber por qué, de todo ese buenismo patético de quienes te felicitan solo porque toca, todavía resuenan esos campanilleros que terminan sus trabajos de paisanos y sacan sus eternos instrumentos de todos los años para ir a cantarle al aire... Al aire madrugador que todos compartimos aunque lo hayamos olvidado hace tanto. Gracias infinitas a los campanilleros.