Capataz de Dios

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11 nov 2018 / 08:34 h - Actualizado: 10 nov 2018 / 09:37 h.
"La trastienda hispalense"
  • Capataz de Dios

El capataz Rafael Díaz Palacios, hizo sonar su histórico martillo en la delantera de su propio túmulo para llevar el misterio de sus pasiones sevillanas hasta el Seo de la Gloria. Entrañable y sencillo como buena persona, el primo de Paco Palacios “El Pali” se llevó consigo el eterno cariño y las oraciones del universo cofrade sevillano, desde el que le dedico una historia costalera:

¡Que Sevilla la nuestra!... Tan arraigada en sus ancestros y tan echá pa´lante, en todo lo que sea defender, proteger, conservar y ondear el estandarte del señorío hispalense, con el que durante siglos ejemplarizó como Magna Civita entre las más importantes ciudades de la tierra.

La aleación de didáctica costumbrista impartida de padres a hijos y el ímpetu doctrinal de éstos y con el que éstos lo forjan, la continúan y la siguen aleccionando. Las viejas historias sevillanas crean escuela y van formando, con el transcurrir del tiempo, legiones de seguidores, donde juega un papel importante esa singular forma de ser que esta tierra tiene para ensalzar la condición de sus figuras más relevantes, entre ellas y a través de los tiempos, las figuras personalísimas de los capataces y de los costaleros. ¿Qué hijo sevillano no ha escuchado, de su padre o sus mayores, hablar de Eduardo Bejarano, Rafael Ariza, Geromo Borrero, Adame, etc? Auténticos maestros creadores y artífices del donaire procesional sevillano.

Por eso, echar la vista atrás es pura didáctica de arraigo y tradición que me permite hacer uso del Anecdotario Popular Sevillano y volar con cariñosa imaginación hasta el Muelle de la Corta de los años 30, donde los estibadores descargaban harina, para verlos en fila mientras el listero llamaba: ¡ADORNA!, ¡GAONA!, ¡CHAPIRRI!, ¡BATATO!, ¡CERROJO!, ¡CARRASCO!, ¡EL NIÑO DE LA BRAGA!, ¡DESCALZO!, ¡CHAVES!, ¡BERNAL!, ¡MULETA!...

Nombres para la Historia cofrade de esta tierra sobre la que por tres duros diarios, sacaban en el 34, cofradía tras cofradía, de Domingo de Ramos a Sábado Santo, con Madrugá de por medio... Hombres que, como QUICOTE, “el del pañuelo mandando” cuando voz no tenía, sacaron a la Estrella cuando el levantamiento de la República y escucharon tan de cerca los tiros en la Catedral, mientras a “paso mudá”, guarnecían a María “La Valiente” entre las columnas del templo metropolitano.

Y como en remembranzas estamos, hago valer las palabras del legendario y popular cofrade Rafael Salvatella Gago de que “el capataz es el autor del movimiento solemne, pausado, grácil, único e insustituible de nuestros desfiles procesionales porque ser capataz es un alto honor, pues supone tener la confianza de la ciudad, el aplauso de la multitud y el favor de Dios Nuestro Señor que sabrá premiar allá en los cielos este mimo con el que los capataces de Sevilla lo tratan aquí en la tierra”.