Pasa la vida

Capitana del naufragio moral

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
30 jun 2019 / 11:11 h - Actualizado: 30 jun 2019 / 11:14 h.
"Pasa la vida"
  • Capitana del naufragio moral

Una sola palabra puede significar que la verdad cause vergüenza o indiferencia. Estos son los hechos: Un gobierno europeo prohíbe que un barco llegue a su territorio para desembarcar a 40 personas que rescató hace 18 días de un naufragio y que están en malas condiciones. Entre ese grupo de personas hay dos mujeres embarazadas, dos bebés y cuatro menores no acompañados. Repasen la frase y piensen qué se siente al leerla o al escucharla en un noticiario. Es probable que, en décimas de segundo, todos nos situaríamos mentalmente en plantearnos el agobio que estaríamos viviendo si fuéramos uno de esos náufragos a los que se impide llegar a tierra firme. Después, sustituyan la palabra 'personas' por 'inmigrantes'. Y entonces se pone rumbo a la rutina, al distanciamiento, a la cosificación política de una cifra.

El miedo a la libertad habita entre nosotros. La Europa que vota a quienes demonizan a las víctimas de las regiones del mundo a la deriva. El partido más respaldado ahora por los italianos es el encabezado por Matteo Salvini, que basa su carisma en el autoritarismo y en echar la culpa a la Unión Europea y a los inmigrantes africanos de todos los males de la patria. Ha promulgado legislación que criminaliza a quien rescate e intente llevar a puerto a los ocupantes de pateras que tantas veces son un pasaporte a la muerte por ahogamiento en alta mar.

Lampedusa es la quintaesencia de la odisea de nuestra sociedad. Ha sido encarcelada la capitana del barco de la ONG 'Sea Watch' por atreverse a entrar en el puerto de esta isla italiana, aunque tuviera delante a patrulleras del servicio de vigilancia aduanera, para que esas 40 personas arribaran, recibieran primeros auxilios y después sean acogidas por países como Francia, Alemania, Luxemburgo y Portugal, que días antes ya se habían comprometido a ello. Es tan poco peligrosa la alemana Carola Rackete para la seguridad de Italia que en su embarcación, como testigos, viajaban parlamentarios de otros partidos italianos. Y el sacerdote de Lampedusa la aplaudía mientras los policías se la llevaban al calabozo acusada de “resistencia o violencia contra un buque de guerra”, aunque todo transcurrió de modo absolutamente pacífico.

Los escritores europeos que deseen ser los Joseph Conrad del siglo XXI, y asomarnos a los abismos morales de la condición humana, ya no tienen que situar la singladura de su narración navegando por los grandes ríos del África tropical o por los mares del Sureste asiático. La barbarie de 'El corazón de las tinieblas' y los miedos de 'Lord Jim', novelas escritas en 1899, están aconteciendo todos los días en el Mediterráneo que se va a abarrotar de veraneantes, tumbonas y cruceros. En Italia, el país donde las mafias son un poder fáctico con denominación de origen, el vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior, Matteo Salvini, no se corta un pelo para acusar a las organizaciones humanitarias de ser cómplices de las mafias de la inmigración ilegal. Y a través de las redes sociales, él y su partido, la Liga, intentan ridiculizar a Carola Rackete tildándola de criminal y de ser una pija que ha podido pagarse una carrera, dos másteres y habla cinco idiomas. Si Umberto Eco levantara la cabeza, se volvería a morir de inmediato lamentando haber acertado sobre el apogeo de los imbéciles.

La capitana del 'Sea Watch' es una amenaza para nuestro relax. Mientras los presidentes de los principales países europeos estaban en la cumbre del G-20 y demostraban su debilidad ante el príncipe heredero de Arabia Saudí, acusado incluso por Naciones Unidas de ordenar el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, y de la catástrofe humanitaria en Yemen por bombardeos o por bloquear cualquier auxilio alimenticio, Carola Rackete se atrevió a pedir la mediación del Tribunal Europeo de Derechos Humanos para que Italia la dejara entrar en Lampedusa con 40 náufragos. Tan poco invasores que ninguno se queda en territorio transalpino. Y al no tener amparo cautelar, y con personas a bordo en situación de emergencia, se ha arriesgado a que la condenen con pena de tres a diez años de cárcel, porque ha preferido anteponer el elemental derecho al auxilio del prójimo.

Además de ponerse protector solar durante la canícula, le aconsejo que proteja su mente con dosis diarias de verdad y de reflexión. Porque la Historia demuestra, en Europa, y en España (donde aún muchos partidos no aplauden a los compatriotas víctimas del terrorismo etarra cuando hablan en el Parlamento en la ceremonia que les homenajea), que cuando una sociedad tira por la borda sus valores, podemos convertirnos en salvinis que persiguen a los racketes.