“Así vive y gasta su fortuna Carmen Calvo, la profesora que dejó la política y regresó como vicepresidenta”, titula un medio. El titular no dice absolutamente nada del tema central, busca que el receptor pinche y se enganche a la Red para así ganar dinero a base de un periodismo falso, de ahí que a este tipo de “noticias” las llamen noticias anzuelo, es el nuevo no periodismo.
Yo “pico” en el anzuelo y entro a ver. La presunta información me dice que Calvo goza de un patrimonio de 395.673,45 euros dividido en varias propiedades. Además, cuenta con un sueldo de 78.000 euros anuales en calidad de vicepresidenta. Tiene un coche, tres casas y una hipoteca de 131.000 euros pendientes.
Bien, pero, ¿qué fortuna es ésa? ¿Eso es una fortuna? De ninguna de las maneras, son ganas de desacreditar a una persona que, aunque es una medianía indudable, se ha currado un lugar al sol que más calienta, no le ha gustado dar clases en la Universidad de Córdoba y primero optó por Sevilla y luego por Madrid, como se ha hecho toda la vida en Andalucía, por ejemplo, las cupletistas, los poetas, los novelistas, los presidentes de la región y por supuesto los químicos, físicos, periodistas y todo el que no ha podido soportar la Sevilla del ole mi niño qué arte tienes mi arma.
Lo bueno es que ahora compartimos con todos los españoles el peso de una cruz llamada Carmen Calvo quien, cuando me la presentaron hace ya años, siendo consejera de cultura de la Junta, y aproveché para aconsejarle que vigilara las subvenciones que entonces se le daban a las editoriales andaluzas, me respondió: “Eso lo arreglamos las feministas”. Ole, qué arte tiene mi niña.