La vida del revés

Casado, Abascal y Arrimadas: La oposición de los mediocres

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07 ago 2020 / 09:49 h - Actualizado: 07 ago 2020 / 09:52 h.
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Pedro Sánchez tiene que estar encantado con lo que sucede en la política española. Debe sentarse cada día en un sillón pensando la potra que ha tenido con la oposición que le ha tocado.

Para empezar, convirtió al político más molesto en su socio. Pablo Iglesias está demostrando que es torpe al hacer política, que su falta de experiencia era alarmante y que se dejaría bautizar por estar en un ministerio cualquiera. Pero se mueve bien en los medios de comunicación que tanto critica y era un posible problema para Sánchez. Él vicepresidente, su esposa ministra, y aquí paz y después gloria. Un problema menos.

Debió sentarse el presidente a pensar (en el sillón de pensar la potra que tiene) en cómo ir convirtiendo la oposición de PP, Vox y Ciudadanos, en algo llevadero. No podía imaginar que no era necesario plan alguno, que los líderes de esos partidos ya se encargarían, personalmente, de hacer las cosas rematadamente mal o de no hacer nada.

Ciudadanos se quedó en los huesos. Lejos de ser un obstáculo para conseguir esto o aquello, Arrimadas convirtió su partido en la muleta del Gobierno de Sánchez. Otra que se dejaría bautizar si con ello consiguiera algo de relevancia en la política española. Lleva meses vendiendo la idea de estar al frente de un partido que solo quiere colaborar y que nació para eso. Olvida Arrimadas que hace unos meses (solo unos meses) el que lideraba su partido organizó el desastre político más descomunal de la democracia española y que los que más pagaron las consecuencias fueron ellos mismos (eso de colaboración tuvo poco y sí mucho de estupidez política y personal).

Santiago Abascal hace una oposición frentista, desmadejada, inútil; una política que tiene más repercusión en redes sociales que el Congreso de los Diputados. Lanza sus ideas mediocres en un tuit y dice todo como si estuviera ante sus secuaces antes de entrar en combate. Logros en política nacional: cero. Logros en las comunidades autónomas en las que forma parte de Gobiernos a tres (no reconocidos): estéticos, maquillaje, muy poca cosa. Eso es Vox. Muchísimo ruido, muchísimo pijo inculto con ganas de jugar a las casitas y poca oposición. Porque al que se quiere cargar no es a Sánchez (aún no tiene posibilidad alguna) sino a Casado. Sabe que sus logros se sitúan a la derecha del mapa político y no a la izquierda.

Pablo Casado, por su parte, no se entera de nada. Trata de parecer un político serio, curtido y duro de pelar; trata de parecer el jefe de la oposición. Sin embargo, sabemos que es jefe de la oposición porque habla después del presidente del Gobierno en el Congreso y solo por eso. Casado está vacío. No tiene una sola idea en la cabeza; sus asesores siguen intentando estrategias de hace unos años que ya no sirven y ve cómo Santiago Abascal le va comiendo terreno. Tampoco hace política. Lo que hace es decir no a todo como si eso fuera ponerse enfrente de un Gobierno para intentar poner las cosas en su sitio.

El Gobierno de Sánchez no da una a derechas. Paga subsidios de todos los colores sin parar sabiendo que eso se traducirá en votos. Sánchez ha llegado a un acuerdo con Europa que, en principio, beneficia a España aunque para recibir el dinerito habrá que hacer modificaciones sustanciales en nuestros sistemas de pensiones, de salud, de educación... Va a ser muy duro. Es un Gobierno mediocre. Pero la oposición es nefasta, es absurda, es indolente, es patética. No existe.