Ojana in Excelsis

Catetos independentistas catalanes

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Juanmi Vega @Juanmivegar
13 jul 2021 / 04:00 h - Actualizado: 13 jul 2021 / 04:00 h.
"Ojana in Excelsis"
  • Catetos independentistas catalanes

Hace dos semanas escribía un artículo titulado “El problema de ser de Sevilla” tras una visita a Barcelona donde conocí la ciudad por primera vez. Lo cierto y real es que me quedé con ganas de más y este fin de semana pasado volví, pero esta vez lo que quería ver y empaparme era de todo el tema de la independencia de Cataluña.

Muchas veces lo he pensado y también lo he hablado. Seguro que no era para tanto todo esto y que los medios de comunicación nacionales magnificaban el tema, pero no, la realidad es que se quedan cortos.

Barcelona no es una ciudad en la que se vea mucho apoyo al independentismo, excepto si vas para el barrio de Gracia, que es como el barrio de la Alameda o La Latina en Madrid. Un sitio de modernos, pero con un alto poder adquisitivo. Lo que viene siendo un barrio de pijos modernitos.

Este fin de semana tiré un poco más hacia el norte, concretamente a la provincia de Gerona. Allí, en un pueblito llamado Tossa de Mar, me encontré con multitud de lazos amarillos y banderas independentistas.

Dinero para pintar pasos de cebra en las avenidas parece que no hay, pero para poner una estelada en lo alto del castillo sí.

No todo el mundo es igual, claro que no, pero el discurso que pude escuchar por el que reclamaban la independencia daban miedo. Si uno es fan de los documentales históricos de la Segunda Guerra Mundial o ha leído libros del tercer Reich, verá muchísimas semejanzas.

Algunos de los argumentos que tuve que escuchar sobre la independencia tenían que ver con los andaluces. Allí nos ven como un lastre hacia ellos. “Nosotros no tenemos que manteneos a vosotros”. “Los catalanes os acogimos aquí porque vivíais en barracas”. “Yo veo a un sevillano y lo veo como a un extranjero, no lo veo como a uno de los míos”. Estas fueron algunas de las perlas que me incendiaron y por las que decidí que no iba a volver a pisar esa tierra.

Le recomendé que leyese un poco más y no sólo se quedase en los libros de texto que recomienda la Generalidad de Cataluña, porque quizás, descubriría que esa tierra a la que tienen que “mantener” tiene más historias y más argumentos para independizarse que el reino de Narnia y el país de la piruleta que han montado estos catetos. Sí, son unos catetos fascistas que lo más gordo que han cogido es un folleto de Òmnium Cultural.

Estas perlas que me soltaron no aumentaron mi sentimiento patriótico español, al revés, despertaron en mí un sentimiento andalucista que no había notado nunca antes. Y me alegro mucho de ello.

Es por eso que pienso que es más necesario que nunca un partido político que luche por nuestra tierra, que se plante en Madrid y les diga a estos señores que piensan que son un pueblo por repetir una mentira treinta veces que no se van a reír de nosotros, que cuando tengan la historia que nosotros tenemos, entonces abran la boca.

Si hay alguna tierra por derecho propio e histórico a desligarse de España, esa es Andalucía. No creo que en Japón haya muchas escuelas de Sardanas, ni tampoco que fuese el epicentro del mundo en el siglo XV, ni que fuese un lugar de muchas culturas.

Cuando uno habla de España siempre se identifica con el flamenco, las tapas, la feria y la paella. Resulta llamativo que no destaquen los calçots, los castellets o la diada. Qué pena.

Me enfadó mucho que tratasen a nuestra tierra de esta forma. El problema es que eso es lo que piensan la mayoría de los independentistas. Pero aún me enfada más que haya andaluces que defienda la independencia de Cataluña. Esos son unos catetos al cuadrado.

También me hizo mucha gracia cuando hablan tan a la ligera del fascismo, cuando ellos son los primeros que quieren tener su propio estado y que sólo hablen los que ellos quieren, los arios catalanes con ocho apellidos de marca de salchichón finito.

Sólo puedo dar las gracias por hacerme querer más aún a mi tierra y espero que un día, los andaluces nos levantemos todos juntos y gritemos a los cuatro vientos lo que somos. Tenemos mil motivos para decir basta ya de prejuicios y sentirnos orgullosos de nuestra historia. Ojalá nos tomásemos en pie de la letra nuestro himno y nos levantásemos todos; el castellets se iba a venir abajo.