De verdad que no entiendo nada. Y, sobre todo, no entiendo cómo es posible que nuestros políticos sean tan malos como son.
La tendencia en toda Europa es echar el cierre a los bares y restaurantes porque el número de contagios se dispara. En España lo que hacen es enviar a los estudiantes universitarios a casa. Resulta que los contagios en los colegios son mínimos (o no se reportan tantos como deberían) y, sin embargo, las universidades se han convertido en focos de infección masiva. Y los bares no los cerramos ni a la de tres.
Son tantos miles de bares los que hay en España que resulta imposible abordar ese problema sin generar un cataclismo económico. La dependencia de la economía española respecto al sector hostelero y turístico es monumental. Y nuestros políticos lo saben desde hace décadas, pero no han movido un dedo por solucionar el asunto. Ya lo he dicho más de una vez: somos un país de camareros y eso no puede ser. El equilibrio es necesario si queremos afrontar el futuro con cierta seguridad.
Por otra parte, mientras en Europa se cierran bares y restaurantes sin dudarlo un instante, en Madrid, la presidenta de esa Comunidad Autónoma sigue clamando al cielo por el trato que le dispensa el Gobierno de la nación. Por lo que se ve, se pueden cerrar los bares de todo el mundo excepto los de Madrid (si se hace, es persecución política). Si muere la gente no pasa nada. Al menos lo hacen habiendo tomado unas cervecitas el día antes. Alguien debería decir a la señora Díaz Ayuso que incluso los catalanes lo han pillado y van a cerrar un par de semanitas y eso.
¿Qué ha pasado en España para que los políticos sean tan malos? Pues ya les voy a avanzar que lo que sucede es que somos unos borregos que ya quisiera Putin. Por ejemplo, Sánchez e Iglesias van a cometer una tropelía con la Justicia española y aquí no se mueve ni Blas el de la peonza. Eso sí, mensajitos en redes sociales todos los del mundo, pero las calles vacías. Eso es lo que pasa en este bendito país.