Miguel Iceta es un profesional de la política y desde ayer es el nuevo ministro de Cultura y Deportes de España. ¡Ahí es nada! No acabó la carrera para dedicarse a la política y no parece que haya hecho alguna vez deporte, aunque cuando baila en las campañas electorales mueve bien el esqueleto y las manos. Algo es algo. Le llamo cariñosamente Señor Panceta, porque es una especie de gordito feliz del socialismo patrio. No es para menos: pierde unas elecciones, renuncia a volver a ser candidato a la Generalidad por los malos datos de las encuestas y lo premian con dos ministerios en siete meses, el de Política Territorial y Función Pública y el de Cultura y Deportes. Y eso que iba para químico o economista. Nadie esperaba este nombramiento. Ayer mismo me llamaron varios artistas flamencos, además de representantes, para preguntarme si el nuevo ministro de Cultura chanelaba de flamenco. Ni idea, sinceramente. No me lo imagino marcando el compás de una soleá en la mesa del despacho.
El cambio en el Gobierno ha sido espectacular. Hasta Iván Redondo ha salido. O sea, que no le ha dado tiempo a tirarse por un barranco como lealtad al presidente, porque lo ha arrojado el propio Sánchez. Su sustituto, Óscar López, es un socialista madrileño con bastante apego también a la política como exclusivo medio de vida. Es el segundo cargo que le ha dado Sánchez, puesto que a su llegada al Gobierno lo nombró presidente-consejero delegado de Paradores de Turismo de España, empresa hotelera pública con 4.000 empleados. No sé si se tiraría por un barranco por el presidente, pero al menos haría el pino. Lo que tiene que ser tener un amigo, que te coloque tan bien. Estos no están nunca parados, aunque estén en Paradores.
Que Sánchez se haya cepillado a Carmen Calvo y haya dejado en sus ministerios a Castell, Irene Montero y Garzón, es como para que la de Cabra caiga en una depresión. No tardará en tener otro buen cargo, pero vaya tela el palo. Nadie esperaba este volantazo de Sánchez, cargándose el núcleo duro del Gobierno sin temblarle la mano lo más mínimo. Incluso se ha cargado a José Luis Ábalos, la cara agria del Gobierno. Sin embargo, deja a los ministros de Podemos en sus cargos, porque quiere seguir en la Moncloa y sabe que si se los hubiera cargado, cambiaría pronto de residencia. Más descarado, imposible. Está claro que quiere agotar la legislatura y hacer bien las cosas, de ahí el nombramiento de la manchega Isabel Rodríguez, la hasta ahora alcaldesa de Puertollano, como sustituta de Iceta y de María Jesús Montero, en este caso como portavoz de la Moncloa. El nuevo Gobierno tendrá otro aire y la oposición, más mala cara.