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Chipiona, desembocadura Sevilla

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29 ago 2021 / 04:00 h - Actualizado: 29 ago 2021 / 04:00 h.
"Tribuna"
  • Chipiona, desembocadura Sevilla

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Hace treinta años, en la previa de la Expo 92, Alejandro Rojas Marcos se encontraba pergeñando qué propuestas harían que Sevilla le votara como Alcalde.

De entre las estelares de aquella su fecunda imaginación, que la ciudad se convirtiera en sede de las Olimpiadas, algo que, ha generado desiertos en todas las que las albergaron, tanto en forma de gradas vacías de Tokio, como en la propia Barcelona, de la que se ha marchado hasta La Caixa, mientras sólo alguno de los próceres de dicho evento, como Sandro Rosell, acabaron besándola tras las cárceles, como esa cerveza fría que alivia los pies de la arena y que ha hecho resucitar nada menos que a Lola Flores y su poderío.

Pero de entre todas las sus promesas electorales, emerge, inevitable, aquella playa de Sevilla, que muchos compraron como lo que le faltaba a la urbe, pues la nieve la aportaba “el Hielotron” por más que se desmoronara como el Betis en la tanda de penalties.

Los virus nos han hecho más amables. Ya no pensamos en colmar de arena la Punta del Verde o los Bajos del Puente de Triana y quizás por eso nos alivia el discurso del Alcalde de Chipiona, que, debe ser que anda corto de votos, cuando ha descubierto lo que ya todos sabíamos y que transcurre –Domingo sí, y fiesta de guardar también- en que los miarmas nos desplazamos a Regla, armados de neveras, bocadillos y hasta helados.

Es más, aquello de que los chipioneros hacen su Agosto cada Verano, seguro que se refería a los guardacoches estratégicamente situados frente al horizonte azul de las Tres Piedras, porque comprar en el Supermercado más cercano, eso ya no hay monedero, ni cartera que lo resista, aunque sigan sin renovar las bombillas.

La Esclusa se construyó en Sevilla para preservarla de las mareas, las altas y las bajas, las llenas y las vacías y aquello de que Triana era marinera, respondía al latido del Atlántico, río arriba o abajo, como puerto de mar desde Sanlúcar de Barrameda.

Por el camino que vamos, Chipiona acabará hasta demandando la titularidad del Muelle de la Sal, como aquellos “locos” que nos instaban a reivindicar la playa de Matalascañas, al socaire de no sé qué donación de Alfonso X El Sabio y que resultó ser el Coto de Doñana.

Ahora que Juanito Espadas está a media jornada, me temo que todos acabaremos pagando el IBI al Ayuntamiento de Chipiona, al precio de urbanización pija del pueblo en la inversa de La Laguna. Yo me pregunto para qué estos vigorizantes, cuando, si acaso, lo único que nos faltaba, con tan majestuoso río, era que Rocío Jurado fuera sevillana.

Qué no daría yo porque retornaran aquellas cuestas de albero amarillo que nunca tenían fin; o las cuñas de chocolate de Pampin que manchaban nuestros dedos infantiles inseparables de la arena del Muelle; o las sandías y melones, que ahora las abres y ni “durses” ni pepitas.

Qué no daría yo, por aquellas casetillas de colores frente al mar, que comprendían todos los tesoros del mundo, en forma de palas y moldes donde cabía la arena de cada existencia. O por aquellos pantalones cortos e inacabables meses que siempre tenían la bendita prórroga de hasta la Virgen del Carmen y sólo entonces las filas en la escuela.

En fin, qué no daría yo, porque Yemayá, la Virgen negra de Chipiona, no siguiera allende el cine de Verano, de pipas de Coria y hasta tímidos besos cuando la pantalla tornaba oscura.

Claro que la desembocadura del Guadalquivir es Chipiona, qué más da que el río se torne océano junto a una salina y el castillo de la Pantista en Sanlúcar de Barrameda...

El río es mar y ola, memoria sentimental de los sevillanos junto al faro perenne que alivia nuestros miedos, mientras su luz gira, pizpireta, hacia todos los confines de nuestros pequeños y personales universos.

Seguro Sr. Alcalde de Chipiona, que si Vd. le presta más (me bastaría con “algún”) cuidados, seguirá siendo la desembocadura y hasta el oasis de lo tórrido sevillano, pero deje, al menos, que los langostinos y la manzanilla sigan siendo “zanluqueños”.