El 26 de Junio, al término del último concierto de abono, se puso punto final a diez años de dirección artística de la ROSS por parte de Pedro Halfter. Ha sido una etapa en que orquesta y director han crecido conjuntamente. Los músicos aseguran lo contrario. Pero el público, mayoritariamente, así lo ha percibido. Tanto en la charla preconcierto, como al final del mismo, el público expresó claramente su cariño y admiración al maestro. Al término del concierto, los asistentes, puestos en pie, premiaron su entrega y calidad artística con una ovación de las que hacen época. El maestro tuvo que salir varias veces a saludar emocionado. El contraste estuvo en el escenario: unos músicos distantes, hieráticos, sin un gesto amable para quien durante diez años ha sufrido sus desplantes, maledicencias e insidias. Las razones esgrimidas para ello no las cree nadie. Lo decía un crítico al día siguiente: «no es razonable el argumento de la falta de calidad, cuando esta ha sido incontestable». La actitud fue tan visiblemente zafia, que otro crítico, relatando la emocionada unión que se puso de manifiesto entre Halfter y el público, concluía su crónica con las siguientes palabras: «mientras, en una desafortunada acción más de desaprobación, los profesores parecían ausentes. Como si no fuera con ellos». Y es que, en Sevilla, la clase importa mucho. La de Halfter se ha visto siempre. La de ellos no se vio por ninguna parte.
Por tu dedicación a la ciudad, a la orquesta y al público y por todo lo que nos has dado en esta década, gracias maestro.