La Tostá

Cinco años sin el genio de Lebrija

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
13 jul 2021 / 08:31 h - Actualizado: 13 jul 2021 / 08:34 h.
"La Tostá"
  • Juan Peña Fernández El Lebrijano. / EFE
    Juan Peña Fernández El Lebrijano. / EFE

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Ahora todos los aficionados y críticos son lebrijanistas, pero recuerdo cuando Lebrijano estuvo a punto de caer en el olvido más denigrante, en vida, con problemas de contratos y una lamentable falta de reconocimientos a su carrera. Hoy se cumplen cinco años de su muerte y, ahora sí, el maestro está quizá más vivo que nunca. En parte, porque Sevilla se quedó sin grandes maestros y, por tanto, sin referentes vivos. Repasas la obra completa del hijo de María la Perrata y llegas a la conclusión de que es totalmente imposible que salga otro artista con sus condiciones, capacidad creadora y carácter. Hace años estuve hablando con él y Morente, en Lebrija, y me dije: “Son los dos grandes revolucionarios de este tiempo”. Y Camarón, claro. Los demás han sido o son solo grandes cantaores. Lebrijano tenía la mejor voz de todos, fresca, perfumada, acompasada y con melismas juguetones que eran como alfileres. Nadie como él dominó el compás, entrando y saliendo en la métrica cuando y como quería, alargando o cortando los tercios a su capricho y cuadrando la letra de manera asombrosa sin descomponer jamás la melodía ante un esfuerzo. Esa facilidad suya se volvió a veces en su contra, por lo de las fatigas del cante, pero era una de sus principales cualidades. Con los años, el maestro paró la voz, buscó la profundidad del pellizco y cuando cantaba por soleá parecía Juan Talega. Hasta logró herirnos con la seguiriya, enemiga de la facilidad, según los puristas. Pero la revolución lebrijanista vino subida en los cantes festeros: cantiñas, tangos y bulerías. No hace falta ser un lince de la flamencología patria para decir que fue el mejor festero de la historia. No un festero de bautizos, sino de altura artística y una creatividad nunca conocida. Cinco años hace que se fue y aún vive el gitano rubio de Lebrija, del que hoy mismo se presenta un documental en su pueblo. Hay ausencias que se llevan mal y la de Juan Peña Fernández es una de ellas. Tardará mucho nacer, si es que nace, una voz como la suya, de tierra y de agua, de viento marismeño y fraguas trianeras. Una tormenta de luz andaluza.