¡Como tú, ninguna!

la trastienda hispalense

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08 sep 2018 / 21:38 h - Actualizado: 09 sep 2018 / 11:14 h.
"La trastienda hispalense"

¡En la Macarena, porque Dios quiso, vive la Reina guapa del paraíso! Hoy me levanté pensando en ti, como todos los días, igual que piensa San Gil, cuando se postra ante ti al son de un ¡Ave María! que te reza todo el barrio, devotos de tu Rosario y de tu hermosa alegría. Un eterno pensamiento que vive en mí, tatuado con tinta de devociones y con agujas de ruego. Te rezo y me miras, te miro y te cuento, te clamo y suspiras, que así yo lo siento, por Dios, que no miento, me llenas de vida. ¿Qué tienen esos ojos de tu hermosura? Remanso, sosiego, mesura, mirada de alientos, color sentimiento de amor y dulzura. Arrabal de oraciones, Torre de los Perdigones, palio de arco sevillano, de Macario el hortelano y de muralla romana, Cinco Llagas, Resolana, paño de nuestros lamentos, corralera limpia y pura, nuestro axioma y nuestro adviento, y el más grande fundamento de belleza y de ternura. Solo hace falta mirarte para que truenen los fuegos de la ilusión que llenan los corazones de todos los que, antes de rezarte, te susurramos ¡Qué guapa eres, Madre! Y aún sin verte, todos te llevamos en las retinas de nuestro fervor y nunca estamos lejos de ti, te sentimos, sabemos que estás cerca, muy cerca, Señora de Sevilla, de España y del mundo, que nos guardas y guías por los caminos nazarenos, en los que todos somos, porque así lo sentimos, capataces y costaleros de tu cuadrilla, millones de trabajaderas para la gran legión de fieles que, a diario, cargamos con la Esperanza de tu nombre, Macarena, por la que, incluso sin poder andar, siempre seremos penitentes de tu séquito de realeza. ¿Qué tienen esos ojos de tu hermosura? Fascinación, hechizo, finura, con sones al viento del gran mandamiento de una partitura... Porque tú eres el magnificente libreto de sinfonías de grandes e insignes compositores, imanados de tu porte y majestad. Un valioso manuscrito firmado, entre muchos, por Farfán, Morales, Gámez, Brañas, Abel Moreno, Albero, Marvizón y un largo etcétera, de los que entresaco el detalle, la historia del joven compositor David Hurtado, cuando arrodillado a las plantas de la Virgen más guapa de la tierra, le dijo: ¿Qué tienen esos ojos de tu hermosura? ¿Remanso, sosiego, mesura, mirada de alientos, color sentimiento de amor y dulzura? Y escuchó una voz, en la Basílica que, a su pregunta, sentenció ¡Como tú, ninguna!