Pasa la vida

Comunicar la intimidad con el móvil se va de las manos

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
21 ago 2022 / 12:28 h - Actualizado: 21 ago 2022 / 12:29 h.
"Pasa la vida"
  • Comunicar la intimidad con el móvil se va de las manos

La prudencia para proteger la privacidad se va de las manos con demasiada rapidez. La cámara de video y foto del teléfono móvil es para muchas personas su botón predilecto. Y la opción de captar y compartir por redes sociales con celeridad situaciones propias o ajenas es una tentación tan fácil para desinhibirse como irreflexiva para desbaratar el control sobre la intimidad, sobre la ubicación, sobre la seguridad y sobre el erróneo entendimiento a posteriori del quién es quién en las imágenes sin conocerse su contexto.

Está al caer que policías locales de algún municipio español marquen tendencia a la hora de utilizar megafonía ambulante para patrullar por las calles y exhortar al vecindario, en la víspera de un puente festivo o de un periodo vacacional, que no tenga tanta prisa en difundir públicamente dónde están y qué hacen lejos de sus hogares. A la recíproca, sus colegas en destinos turísticos emplearán semejante método de concienciación en playas y urbanizaciones para animar a los deseados visitantes a posponer, hasta que hayan retornado a casa, su ansia de mostrar al mundo a través de las redes sociales lo bien que se lo están pasando. Ese grado de transparencia equivale a convertirse en lo más parecido a los personajes públicos que, por su actividad notoria, incluso televisada (deportistas en competición, actores de gira, autoridades en viaje oficial, etc.), es obvio que durante determinados días y noches están lejos de su vivienda. Y en la era de la ciberdelincuencia, las bandas especializadas en robar dentro de pisos o chalés cada vez más van a incluir en sus métodos la búsqueda de datos e información en internet para intentar averiguar de quién es esa propiedad que parece circunstancialmente deshabitada, o, viceversa, intentar localizar dónde tiene su domicilio esa persona que tantos 'selfies' publica durante su vida social que y parece una víctima propiciatoria para desvalijarle bienes que revender en el mercado negro.

El último sucedido que es fuente de comentarios sobre la pérdida de control de la intimidad y la sesgada interpretación de la vida ajena, que tiene múltiples vertientes, es el lío que sufre la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, por difundirse videos hechos con un teléfono móvil en los que aparece de fiesta marchosa con amigos en la casa de una de esas amistades. Lo traigo a colación no para plantear un absurdo debate sobre si una persona de 36 años puede y debe divertirse, claro que sí, sino por la ingenuidad de alguien que acredita indiscutibles méritos y sobresalientes capacidades para ser con 28 años alcaldesa de Tampere, la tercera ciudad más poblada de su país; con 34 años llegó al gobierno de la nación, y hace escasos meses, tras la invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Putin, ha encabezado la histórica decisión de integrar a Finlandia en la OTAN para protegerse de las ansias expansionistas del dictador a la hora de anexionarse territorios que fueron bandera rusa, como Crimea, o de auspiciar en otros sus gobiernos títere, como en Bielorrusia. Y Finlandia, que tiene nada más y nada menos que 1.300 kilómetros de frontera terrestre con Rusia, es un estado independiente desde 1917, cuando aprovechó el desmoronamiento del imperio zarista durante la revolución bolchevique para dejar de ser un ducado bajo fielato ruso y empezar a convertirse en un estado moderno.

Como todos los máximos mandatarios de un país, Sanna Marin es objetivo del espionaje internacional. Y tanto desde las fuerzas policiales como desde los servicios de inteligencia fineses han de preservar su integridad física, la seguridad de sus comunicaciones y la privacidad personal. Más aún ahora, cuando Putin desea que haya problemas en Finlandia, a la que ha castigado dejándole de vender energía de red eléctrica, que era el 10% de la electricidad que se consumía en dicho país. Seguro que Sanna Marin y su equipo de gabinete tienen eso en mente para proteger su gobernanza cuando están a diario en despachos, reuniones, llamadas, desplazamientos y manejo de documentación. Pero se le olvidó comentarle a sus amigos, y quizá nadie entre sus asistentes y escoltas cayó en la cuenta de aconsejarla, que celebraran con ella el guateque con los teléfonos apagados. Para disfrutar de la privacidad y pasarlo bien bailando, cantando y tomando unas copas, no hacen falta videos ni fotos. Cuya difusión, en lugar de convertirse en un souvenir agradable, de inmediato se torna un estúpido incordio. Por la inmadurez de algunos asistentes, o por el 'hackeo' de quienes quieren perjudicarte políticamente. Y es muchísimo más fácil para los ciberespías acceder a los ficheros del 'smartphone' de amigos de un primer ministro que a los teléfonos móviles confidenciales.

Es tan fuerte para un creciente número de personas la pulsión de comunicar indiscriminadamente lo que hasta hace poco solo se desvelaba en petit comité, que el colmo del yoísmo lo protagonizan grabándose y difundiendo videos algunos individuos que cometen delitos. Pruebas palmarias que facilitan a Policía y Guardia Civil su detención y procesamiento. La inercia más frecuente es la de los descerebrados que quieren dejar constancia de su gusto por la conducción temeraria en las carreteras. Pero también ha habido casos de narcotraficantes que han sido apresados gracias a alardear en las redes sociales de su estilo de vida. A todos estos diversos tipos de delincuentes son la única gente a la que animo a perseverar y no cortarse un pelo en su narcisismo.