Conspiranoicos y negacionistas

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22 ene 2022 / 12:24 h - Actualizado: 22 ene 2022 / 12:27 h.
  • Conspiranoicos y negacionistas

“En el mundo, pues, no hay mayor pecado

que el de no seguir al abanderado”

Georges Brassens

Los ultras son los más dados a seguir al abanderado, el problema es a cual eligen, porque de iniciativa e inteligencia está carente su ADN. No se es conspiranoico ni negacionista por desconfiar de la eficacia de cualquier medicamento, vacuna incluida. La pléyade de seguidores de abanderados, en seguida aplican apelativos para referirse a quien no sigue el pensamiento único, en eso tampoco destacan en originalidad. Deberían enterarse de una dichosa vez, pero las orejeras del abanderamiento les tapona los oídos, que negacionismo es defender que el virus no existe, —propio de quienes niegan la esfericidad de la tierra—. Y conspiracionísmo es ver un enemigo detrás de cada puerta, muy propio de políticos y de quienes tienen por obligatorio cumplimiento seguir sus dictados. No se es ninguna de las dos cosas por constatar el mal estado de la sanidad, el abandono a que la tienen sometida las “autoridades sanitarias” que de autoridades tienen poco si se considera su interés en mejorar la salud. Pero de sanitarias tienen nada.

¿Quizá no es cierto que tres pilares de la vida –cultura, enseñanza y sanidad públicas— han sido miserablemente abandonados por este gobierno que venía “a arreglarlo todo”? ¿Es “conspiranoico” reconocer que la cultura se pierde, no interesa y los otros dos se deterioran a marchas forzadas, en la pretensión de hacer sentir que su gestión debe ser privada? No escarmientan en cabeza ajena, no les parece suficiente el resultado obtenido en lo ya privatizado y en su obligada vuelta a lo público. O lo que en realidad no es suficiente es el beneficio obtenido por los amigos de lo privado y por eso quieren privatizar más.

Pese a todo tienen un suerte infinita, como infinita es la alianza, el favor prestado por una infame enfermedad tras la que encubrir todas las carencias provocadas, no por la pandemia en sí; sí por la inoperancia, el desinterés o interés, según desde que lado se mire, por los palos de ciego y desaprovechar el tiempo en bizantinismo en vez de minar sus graves consecuencias. Por ejemplo, si la situación administrativo-sanitaria es tan grave ¿qué hacen funcionarias/os agrupadas en corro tras el mostrador, mientras decenas de personas esperan armados de paciencia y de seguidismo, a la puerta del centro de salud? ¿Por qué se colapsa el espacio interior y el exterior, la fachada del centro de salud y se provocan esperas interminables e injustificadas, al eliminar las citas telefónicas y digitales?

Anden, seguidores del abanderado, llámennos conspiratorios. Defiendan el abuso, llamen “incidencia” en vez de indecencia, al plan puesto en marcha por la Junta para convencernos de que la sanidad privada es más eficaz y para acostumbrarnos a obedecer sin rechistar. Pero sepan que los chips implantables para humanos ya se han ensayado en Barcelona. En una moderna discoteca para que sus modernos usuarios no tengan que llevar dinero ni tarjetas. ¿No nos acercamos al Nuevo Orden Mundial, o simplemente sus seguidores no quieren reconocerlo en público?

Grave es dejarlo llegar aunque sea por ignorancia inocente, no creerlo es el mejor procedimiento para coger desprevenido al mundo. Así si unos, inocentes, no lo creen posible y otros lo niegan de forma irresponsable, ambos serán culpables de la implantación de un sistema que a muchos se deberá pero a nadie habrá que agradecer. En la cuestión sanitaria, uno de los pasos previos como también lo es el chip de la discoteca, no sólo se incita a defender la privatización de la sanidad; ambos son preparatorios y evidencias de lo que ya está en marcha. Por eso cada vez se niega con más énfasis por los más interesados en imponerlo. En lo sanitario ya conocemos el fracaso del primer intento privatizador. Pero siguen. Los ensayos deben llegar al final, hasta la implantación. Si no nos dejamos de “galgos o podencos”.