Contra todo pronostico, Luis Rubiales

Image
19 mar 2023 / 04:26 h - Actualizado: 19 mar 2023 / 04:26 h.
  • Contra todo pronostico, Luis Rubiales

Barcelona es el anverso y el reverso. Es la ecuación del laberinto en que la montaña se funde con el mar. Singular, hermética y donde rige esconder la daga tras la sonrisa.

No puede concebirse aquella ciudad sin el Barca y su historia, llena de momentos legendarios, como aquella gira para recaudar fondos para las Brigadas Internacionales o el 1 de octubre, con todo el equipo bramando contra los abusos de Zoido y su barco Piolín.

Esta semana se ha conocido que una Jueza de Barcelona ha admitido la querella de la Fiscalía contra Albert Soler, en su día más alto responsable del deporte en España.

Albert fue, con diferencia, el mejor Secretario de Estado, al que alcanzan mis recuerdos. Tal vez se difumina por aquel mi calambre por la llegada de Zapatero al poder, de la mano de Benedetti, y su “defender la alegría”. O tal vez me confunde la memoria de Josep Maldonado, Bibiana Aido, Manuel Pezzi o aquella precursora morada que fuera Cruz Sánchez de Lara. Cuando creo que estás en mi poder, te vas soltando, te vas escapando de mis manos...

En Barcelona, Soler pertenecía a una de las Casas del Pueblo más modestas y armadas como balas de cañón por andaluces emigrados. Era socio del Club más proletario de aquella burguesía del tenis que es imán del tejido que la forma, el Laietano del bueno de Domingo Goenaga. Y todo ello, en la ciudad prodigiosa de Jordi Hereu. Como decimos aquí, qué pedazo de Alcalde.

Luego, transcurrió los senderos que confluyen en Pedralbes dirigiendo el Barca y, en su último giro, de nuevo la que fuera su casa, el Consejo Superior de Deportes de la Madrid borbónica.

La denuncia contra Soler se vincula a las corruptelas de Negreira. Pero uno intuye el chantaje al que ha debido ser sometido, a cambio del silencio de los fiscales y de quien los maneja apostólicamente. Ni una filtración durante casi cuatro meses, intuye que Albert ha sido verdugo y víctima.

Pero lo importante es que, al final, como en los versos de Goytisolo, el “lobito bueno”, va a ser Luis Rubiales. Me cuesta imaginar cómo ha podido resistir a la vez el piolet de Roures y la propia administración, sometida a extorsión. Hasta en esto, la Liga ha pasado –Javier Tebas nunca madruga- por la caja de Pepiño Blanco. Lo que no se compra con dinero, se compra con... más dinero.

Por medio, Rubiales sufrió el espionaje de su móvil; la supervivencia frente a la justicia desigual de más allá de Despeñaperros. Debe ser que el sendero entre el albero y el césped natural santifica.

La pista me la dio, como siempre, Alvise Pérez, la única disidencia del sistema. Acosado por querellas inmundas y conspiraciones todas, sigue representando la sola (sin acento) esperanza de este país, convertido en autocracia (Tamames dixit) u oligarquía, qué más da. Por cierto, Alvise, ¿para cuándo Bambino como estrofa al final de tus noticias, las más leídas de esta España nuestra?

Pero hoy no quiero el rictus serio, que retorno a Barna, donde inevitablemente siempre caían mis trece rayas del Betis. Que suene la rumba catalana. Siempre Peret...

Con Luis Rubiales “se equivocaron de muerto”, chirivi, chirivi...

Y no saben cuánto me alegro.


Revista Escaparate Empleo en Sevilla Más seguros Edictos