Cortar las manos a los ladrones, tirar desde una azotea a los gais, lapidar a mujeres

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24 sep 2021 / 14:24 h - Actualizado: 24 sep 2021 / 15:07 h.
"Opinión"
  • Cortar las manos a los ladrones, tirar desde una azotea a los gais, lapidar a mujeres

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Nooruddin Turabi es el ministro de Prisiones del nuevo gobierno talibán que se ha instalado en Afganistán. Es uno de los fundadores del movimiento talibán y es el que insiste, una y otra vez, en la aplicación de la sharía (ley islámica) en su lectura más dura, atroz y cruel. Ya se le conoce como ministro de Justicia y jefe del llamado Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio durante el anterior Gobierno talibán. Este ministerio ha sustituido, ahora, al que estaba destinado a resolver los asuntos de la mujer.

Pues bien, este sujeto ya ha dicho que se volverán a producir ejecuciones y amputaciones porque es muy importante para la seguridad. ¡Cortar las manos a un ladrón es muy importante para la seguridad! Si esto no es un retroceso a la edad media yo ya no sé... Eso sí, ya no se colgará por el cuello de una grúa a nadie en público. Ni se cortarán manos en las plazas. Será en la intimidad que proporciona el patio de una cárcel o algo así.

Los talibanes siguen instalados en una zona negruzca de la realidad, dura y correosa con la vida. Un Gobierno, que necesita cortar manos para sentir que el país es más seguro, es un Gobierno que nace del castigo como forma de entender la vida. Del castigo, de la muerte, de la imposibilidad de arrepentimiento o reinserción en condiciones normales.

Malos tiempos para ser ladrón en Afganistán. Pero, también, nefastos para los gais (en el mundo islámico ser gay está perseguido y, en algunos países, está penado con la muerte). Y, también, penosos para las mujeres. Ya veremos si los talibanes entienden o no que es muy importante para la seguridad del país lanzar a los gais desde una azotea por serlo o lapidar a las mujeres adúlteras.

Según voy escribiendo esta columna se me encoge el estómago; pensar en la crueldad y en muertes y amputaciones que se pueden evitar y que son injustas a todas luces, no me permite sentirme a gusto. Creo que el mundo en el que vivimos es tremendo y feo. Nos quejamos en Occidente de los problemas del primer mundo que, al lado de estos que comento, son de coña. Y siempre tenemos a mano una excusa para no hacer nada. Qué pena.