Ojana in Excelsis

Cortylandia, Cortylandia, vamos todos a cantar...

Con la inauguración de la Expo del 92, Sevilla cambió por completo: nunca más hubo Cortylandia

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Juanmi Vega @Juanmivegar
17 dic 2019 / 07:45 h - Actualizado: 17 dic 2019 / 07:45 h.
"Ojana in Excelsis"
  • Cortylandia de Aladino. / Youtube
    Cortylandia de Aladino. / Youtube

Llega la Navidad y con ella los villancicos. Los peces vuelven a beber mientras recorremos el camino que lleva a Belén, tocando un tambor con Holanda de fondo y los ángeles haciendo sonar las campanas, una sobre otra.

Los que no son ‘milenials’ y nacieron a principios de los años 80 recordarán otro villancico popular que todo niño cantaba: «Cortylandia, Cortylandia, vamos todos a cantar, alegría en estas fiestas porque ya es Navidad». El primero de todos se montó en 1979 en el Corte Ingles de la plaza del Duque.

Cortylandia era el Disneyland de la Navidad. Todo en sí era un espectáculo de luces y sonido. También había movimiento, pues los protagonistas de los Cortylandia eran elementos móviles, como unos robots.

Nervión, donde ahora se coloca un ‘chiquitren’, hace muchos años era el lugar de reunión de padres que llevaban a sus hijos subidos a los hombros para ver el pase que montaba el gran almacén.

Fíjense si era moderna la historia que había hasta una máquina de humo. Ésta no estaba enchufada ni necesitaba electricidad. La máquina era blanca, tenía dos ruedas, una pequeña chimenea por la que salía el humo, mucho carbón en su interior y servía para asar. El humo de las castañas asadas hacía que la atmósfera fuera aún más mágica. Conjunción perfecta.

También estaba el sempiterno tío de los globos. Pasan los años, las Navidades, las Semanas Santas y las modas y él está ahí. Con sus 60 globos atados a la muñeca.

Y entonces sonaban esos acordes. Una melodía que acompaña a toda una generación de niños y no tan niños. Una canción mítica que se repite en el subconsciente de grupo y que regresa cada Navidad, como esa castaña con gusano dentro que te toca siempre que compras un cartón.

La mayoría de la gente tiene una versión popular del villancico de Cortylandia, pues la parte de «alegría en estas fiestas porque ya es Navidad» se suele sustituir por «ninoninonino ninoninoninoninoninoniiiiiiii». La popularización de la música lo definen los expertos.

Resulta llamativo que, en una ciudad en la que la gente se lleva las manos a la cabeza por lo poco cristiano que es la utilería en estas fechas, esos mismo hablen con añoranza de Cortylandia, un espectáculo en el que se podían ver elementos tan navideños como Aladíno o la Cenicienta.

En 1992, la Exposición Universal de Sevilla dio su pistoletazo de salida. Estrenamos ronda de circunvalación, conexión de alta velocidad con Madrid, puente del Centenario y muchas más infraestructuras, pero Cortylandia se fue para nunca más volver. Ahora, en su lugar, se encuentran unas figuras a modo de placebo.

Cortylandia nunca más volverá y, si un día vuelve, lo que nunca se repetirá es la mirada inocente con la que observábamos a nuestro alrededor subidos a los hombros de nuestros padres.

Esta Ojana se va de vacaciones de Navidad. Volvemos en 2020. Feliz Navidad y próspero año nuevo.