Mi padre siempre me repetía lo importante que era en esta vida ser una persona de criterio, y según se van sucediendo las circunstancias, las personas y el tiempo en general, se pone de manifiesto que la experiencia sabe aconsejar (¡gracias, papá!). El criterio no se compra en el súper, ni tampoco es algo que te acompañe desde el día de tu nacimiento; el criterio es artesano, esto es, se forja con la materia prima de tus valores y aprendizajes, con todo lo que experimentas en primera persona, pero también con las enseñanzas y consejos de quienes te estiman; con buenas lecturas, enriquecedores diálogos, viajando, aficionándose por el cine, observando y participando en la naturaleza, dedicando tiempo a conocer y conocerte, teniendo una actitud constructiva aún cuando no tienes todas las respuestas... ¡así es como se crea y se nutre el criterio! Claro está, para los "ebrios de opiniones", todo lo anterior les toca los talones...
Norma, conocimiento y verdad
Si buscas "criterio" en la R.A.E. reza: "norma para conocer la verdad", por lo que podríamos deducir que las personas de criterio son amigas de la honestidad, les gusta ir de frente, tal y como demuestran la transparencia de sus hechos y emociones. Una persona de criterio cuenta con una brújula moral que le servirá como guía certera por si, en algún momento, el camino, no viera... No me extraña que mi padre hiciese tanto hincapié en que hay que ser una persona de criterio, pues quienes carecen de él, están perdidos...
El criterio se va nutriendo durante toda la vida, pero si bien hay tres ingredientes que lo conforman: la norma, el conocimiento y la verdad.
- La norma: los valores que guían tu comportamiento.
- El conocimiento: el descubrir la razón de algo mediante el uso de tu inteligencia y de tu mochila experiencial.
- La verdad: lo certero, lo auténtico, como se suele decir, "lo que es" (te guste más o menos).
¿Dónde está Wally?
A la luz de la deconstrucción crítica que acabamos de hacer, creo que encontrar personas de criterio en la sociedad actual se asemeja bastante a la búsqueda de Wally (el conocido personaje de los libros de dibujos "¿Dónde está Wally?"), es complicado encontrarlo pero no imposible y una vez que lo encuentras, con su vistoso chaleco a rayas blancas y rojas, su gorrito a juego y sus grandes gafas redondeadas te preguntas: "¿cómo es que no lo he visto antes? porque... ¡destacar, destacaba!", exactamente lo mismo pasa con las personas de criterio... Ellas sobresalen entre la marea de los "ebrios de opinones", pero a veces esa marea sube, incluso hasta transformarse en tsunami y entonces es cuando se complica encontrar a Wally...
¿Por qué?
¿Qué por qué sube la marea de los "ebrios de opiniones"? pues esto sucede porque hay quienes se dedican a difundir una mentira: que la norma, el conocimiento y la verdad han pasado de moda, que ya no tienen importancia, así es como se empieza a matar al criterio... Cuando no pocas personas mal entienden aquello de "¡no hay límites!" (y se interpreta como que todo es lícito, todo vale, en lugar de como eslogan de superación personal); cuando surgen los abanderados del "¡no te rayes!" que creen que por ver la superficie de algo ya tienen un conocimiento profundo de la realidad (la misma suerte que al Titanic les podría llegar); cuando proliferan los interesados, a los que si algo es cierto o no, no les importa demasiado, siempre y cuando les reporte algún beneficio... Ése es el momento en el que nuestro singular Wally estaría totalmente camuflado, eso obligaría a cambiar el título de la historia de "¿Dónde está Wally?" por "¿Quién es Wally?" y esa, sin duda, sería una historia de terror...