La Tostá

Cuando nacieron los festivales

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
04 may 2022 / 09:41 h - Actualizado: 04 may 2022 / 08:44 h.
"La Tostá"
  • Antonio Mairena.
    Antonio Mairena.

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Cuando a finales de los cincuenta nacieron los festivales de verano de los pueblos, el flamenco cambió considerablemente. Utrera dio el pistoletazo de salida y le siguieron Arcos de la Frontera, Mairena del Alcor, Morón, Lebrija y la Puebla de Cazalla entre otros pueblos andaluces. En cada uno de aquellos primeros festivales, que siguen existiendo, solía haber personas entendidas que asesoraban a los ayuntamientos y por eso se hacían tan buenos carteles. No solo porque hubiera grandes figuras, que también, sino porque los asesores eran personas de buen gusto jondo y algunas veces programaban a intérpretes casi desconocidos que acababan gustando, sin necesidad de entrar en nombres. A veces repaso mi colección de carteles de festivales de verano y me invade la nostalgia. He visto estos días los carteles de algunos pueblos y les confieso que caigo en la tristeza. Festivales históricos de pueblos de tradición flamenca donde ni se sabe quién programa, quién diseña un cartel, la publicidad o el escenario. Ya no hay hombres como Francisco Moreno Galván, de la Puebla de Cazalla, un pintor, poeta y cartelista que se ocupaba de todo y que lo hizo tan bien que ahora vas a la Runión de Cante Jondo y se te caen los palos del sombrajo. Incluso sin ir. En los festivales de hace medio siglo había una coherencia. En Mairena del Alcor, por ejemplo, cuyo festival no es ni la sombra de lo que fue, Antonio Mairena imponía su filosofía y logró que fuera el festival más importante de España. Quienes íbamos salíamos del Patio de la Academia al amanecer, pero borrachos de cante, baile y toque. A finales de los setenta las emisoras de radio de Andalucía aún iban al festival para grabarlo o darlo en directo, y acudían críticos de toda España. Nadie se quería perder su famosa ronda por tonás, en la que los hermanos Mairena eran los reyes, a veces con testigos como Juan Talega y Tomás Torres o jóvenes como Enrique Morente, Menese y Lebrijano. Se fueron ya hace años y no van a volver, pero estos festivales podrían al menos recuperar aquel espíritu de antaño si quieren que vuelvan los buenos aficionados, los que no se movían de la silla hasta que no llegaba la ronda de tonás o el fin de fiesta por bulerías. Llámenme antiguo o nostálgico, pero echo de menos hasta a los presentadores, grandes profesionales como Alfonso Eduardo, Miguel Acal, Paco Herrera y Emilio Jiménez Díaz, que sabían poner el toro en suerte, decir el dato justo y el piropo certero.