Cofradías

Cuando Patronio daba consejos sobre música cofrade

16 mar 2023 / 04:58 h - Actualizado: 16 mar 2023 / 05:58 h.
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  • Cuando Patronio daba consejos sobre música cofrade

El pasado fin de semana tuve la fortuna de realizar el estreno de mi última marcha procesional. Como siempre, un momento especial; caras de preocupación; nervios de los solistas; inquietud por parte de los responsables porque todo salga como lo habían soñado.

Una vez finalizado el concierto disfrutamos de una convivencia en la que tuvimos la oportunidad de intercambiar impresiones. Entre la multitud apareció sigilosamente un chico de catorce años pidiéndome consejo; tímido pero decidido. Estaba en el elemental de música y su sueño era ser director “como yo”, me dijo. –¿De orquesta? –le pregunté. –¡No, de banda! –me contestó con rotundidad.

En ese momento me sentí responsable de desvelarle a un chico perteneciente a una generación secuestrada por los influencers, las redes sociales y la sobre exposición pública, las verdades del barquero.

Lo senté en una silla y, mirándole a los ojos, le dije –¿De verdad crees que me dedico profesionalmente a dirigir y componer marchas? Yo pago mis facturas como profesor de universidad. Lo que ves en las redes de mí es solo una ilusión. La fama es efímera, y más en algo tan pequeño como la música procesional. ¡A mí nadie me acosa en los pasillos del supermercado para pedirme un autógrafo! – le aseguré con una sonrisa.

Como si mi imagen se hubiera transfigurado en el gran consejero Patronio, mi pequeño Conde me miraba extrañado; desconcertado, pero intrigado por las palabras que podrían seguir tras mi contundente y cruda contestación.

–Si de verdad quieres ser director, sigue estudiando. De la música se puede vivir perfectamente como de cualquier profesión –le recalqué–, pero en el mundo bandístico tendrás que tomar decisiones que determinarán tu forma de moverte en este campo de minas en el que se han convertido las bandas procesionales.

Espero que cuando termines tu carrera, que para eso entiendo que faltan algunos años, esta situación haya mejorado, como deseo que así suceda. Debes entender que las bandas fueron fundadas en su mayoría por gente amateur, que con mucha dedicación y esfuerzo afianzaron un estilo que es lo que es hoy gracias a ellos, como así pasó en su día con el flamenco. Pero no todos ellos han digerido con agrado que personas formadas, como lo serás tú, hayan aparecido en escena, pues, por desgracia para ellos, les destapan sus vergüenzas.

–Pero entonces, ¿estudio música como hobby? –me pregunto confundido, sin entender muy bien la acritud de mis palabras.

–¡Para nada! –le exclamé inquisitorialmente –Si de verdad quieres ser director, como así me aseguras, tú ve a por todas. La formación es lo único que te va a dar argumentos certeros. No todos los amateurs van a despreciar tu trabajo como profesional. Realmente son pocos los que lo hacen, y emplean argumentos ya caducos y poco verosímiles, pues en las bandas hay cada vez más gente formada.

El muchacho andaba cazando moscas, y no era para menos, porque lo que le intentaba explicar le era muy ajeno, por edad y por falta de picaresca, y deseaba que lo percibiera y se cuidara de ello en este mundillo.

–La música cristífera necesita de gente como tú; con ganas de formarse y hacer grande esta música, así que ve; estudia, y no te olvides de tus compañeros y de las bandas que te animaron a querer ser músico. Devuélveles con amor y cariño todo lo que aprendas, pues es el mayor de los regalos que puedes ofrecerles; tu conocimiento.

Mi consejo es que trabajes para las bandas, pero desde la seguridad que nos brida un puesto seguro fuera de ellas, sea como docente en la universidad, instituto o conservatorio o como intérprete, arreglista, compositor, o lo que decidas ser dentro de la música, pero siempre, fuera del mundo bandístico. Pues si dependes de este serás esclavo de su necesidad y eso te impedirá dar lo mejor de ti. Y lo que es más importante, si tu estabilidad económica depende de las bandas corres el riesgo de convertirte en un ser oscuro capaz de cualquier cosa para mantener el pan de tus hijos –le aseveré con cierta desazón.

Te limitarás a ofrecer tu versión más comercial, y aunque muchos te aplaudirán, realmente no serás feliz porque lo mejor de ti no lo podrás mostrar.

Es muy fácil conseguir la sonrisa de un niño con un caramelo, pero tu obligación, como músico formado en el que espero que te conviertas, es darles comida sana, saludable y de calidad, y si así consigues aunque sea una simple mueca, date por satisfecho, pues todo habrá valido la pena.

Este consejo, pequeño amigo, te lo doy ahora; en este momento; con las circunstancias actuales.

Como te dije, deseo de todo corazón que cuando llegues a graduarte, el vivir de las bandas se haya convertido en algo generalizado y no sea el cortijo de unos pocos que, debido a sus inseguridades y limitaciones artísticas, se dedican a quemar partituras pensando que así desaparecerán las luces que le generan sombra; pues el papel de las partituras arde, al igual que el de los libros, a 451 grados Fahrenheit; pero la música, una vez emitida, ya no puede dejar de resonar. Y aunque crean que el agradable calor que perciben de la hoguera de partichellas y guiones musicales les protege del frío, al igual que las ranas en un barreño de agua caliente, se darán cuenta demasiado tarde que el fuego, que ellos mismos crearon, los devorará y convertirá en cenizas que se mecen al son de la música incendiada.

Mi pequeño Conde. Ve y vuela libre, y ojalá mi música acabe dirigida por tus manos.